01 de octubre de 2005
Victoria llevaba una semana encerrada.
No la dejaban salir, apenas comía y había bajado de peso rápidamente.
Ella solo quería salir e ir a abrazar a su novio y sentir que todo estaría mejor. Que pronto podrían huir de la academia e ir a cualquier época lejos de ahí.
—Los invitados de tu padre ya llegaron y tus hermanos están muy felices con la pequeña fiesta —susurró Grace mientras entraba a dejarle la cena a Victoria.
—¿Sabes si yo podré estar ahí? —preguntó Victoria, ni siquiera miró el plato de comida, su mirada estaba perdida en algún punto de aquel lugar.
Grace negó lentamente con su cabeza.
—Sir Reginald tiene otros planes para esta noche, cariño.
Y Ocho lo recordó. Le había pedido hacia unos meses atrás que necesitaba tener su poder perfecto para el 01 de octubre, donde habría luna llena.
Según Pogo le había contado a Victoria, en cada cumpleaños las partículas mágicas que le habían otorgado poderes se volvían a distribuir en ellos con más fuerza, como un torrente de energía que mejoraban sus poderes y les daban más fortalezas.
—Yo quería bailar con mi novio esta noche —dijo Ocho bajito, abrazando sus piernas y apoyando su barbilla en sus rodillas.
Grace bajó la mirada.
Reginald había ordenado a ella y a Pogo no contarle nada a Victoria sobre la desaparición de Número Cinco. No quería empeorar su ánimo y que no lograse traer a su esposa devuelta por aquello.
—Grace —la voz seria de Reginald se hizo presente—. Déjame con Victoria.
Grace asintió y se retiró del lugar.
Ocho levantó su mirada y vio la prepotente figura de Reginald en la entrada.
—Es hora de empezar, Número Ocho —dijo él seriamente—. Los invitados están abajo y necesito iniciar lo antes posible con este asunto.
Victoria soltó una risita sin gracia, descolocando por completo a su padre.
—No pienso hacer nada, Reginald. Me has tenido abandonada por días, no me has dejado salir para nada más que ir al baño y solo me estás torturando. ¿Realmente crees que voy a ayudarte? Ni siquiera me permites estar con mi novio.
Reginald la miró severamente.
—Estarás con tu novio cuando hagas lo que te pedí, Número Ocho. Y no puedes quejarte.
Victoria maldijo por lo bajo antes de levantarse, no le quedaba otra opción, y si Reginald le estaba permitiendo volver a ver a Cinco ella no se negaría.
Ambos salieron de ahí, Victoria detrás de Reginald, y se metieron al elevador. Éste subió algunos pisos hasta que directamente llegaron a la sala de las máquinas.
La mirada de Victoria vagó por cada máquina. Todas estaban tapadas con sábanas blancas menos una, la máquina número dos y una máquina desconocida.
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𝐌𝐲 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐝𝐢𝐞 - Five Hargreeves
Fanfiction.˳·˖✶ Ocho hermanos luchando contra la presión dentro de la academia, haciendo de sus vidas una miseria mientras fingen estar adaptados a ello. ¿Qué se supone que debes hacer cuando estás destinado a ser un superhéroe con una supermierda de vida? .˳...