Tierra, el planeta extranjero.

Capítulo ocho.

Capítulo ocho:Reunión. Verdad dolorosa y la grieta que atenta a un nuevo conflicto.

La reunión en la galaxia madre estaba oliendose a la distancia, en el camino asta ese alejado mundo la Luna de nombre Europa no podía dejar de ver el camino con total emoción al su sueño de millones de años estar a la vuelta de la esquina.

La Tierra solo podía tratar de calmar sus crecientes nervios reproduciendo una y otra vez las palabras de Neptuno en su mundo mental.

—"No tienes de que preocuparte, si ellos realmente confían en ti no te odiaran; puede que se alejen un poco por la impresión, pero si realmente te quieren dejaran sus dudas de lado para escucharte. Esto es tan nuevo para ti como para ellos. " —con ello dejó escapar algo de aire haciendo que su núcleo deje de latir. No hiba a dejar que ese imbécil le amenace y mucho menos se meta en su mente. —«Se fuerte Tierra». —se alentó a si mismo cerrando los ojos sintiendo como la carroza viajaba a la velocidad de la luz.

[...]

Ven las puertas del exclusivo mundo el cual ya ha pisado hace un tiempo, sin embargo esta vez sería su segunda ida y siendo sincero no se siente cómodo con ello.  Las puertas se abren y comienzan a caminar por las galaxias de esta, sus zapatos pisan la gravedad que sostienen los futuristas edificios y las abismales estrellas.

Solo espera que nada de esto pase a mayores.

La Sala se va llenando de a poco y los veteranos van tomando sus lugares en las altas mesas de la corte, en la más alta y por ende más grande que las demás.

—No puedo creer que al fin estoy aquí. —mencionó Europa con entusiasmo a lo que su padre sonrió levemente dejando ver su incomodidad. —S... Sí, genial. —Luna nota su comportamiento algo extraño pero decide dejarlo pasar; hace poco recibió el contexto de lo que había pasado y se sintió mal por su padre, literalmente atentaron en contra de su propia vida por tener una ideología distinta.

Las grandes puertas se abrieron dejando ver dos estrellas, una era negra con la cara blanca y a su lado una de color rosado con la mirada triste, era él, la estrella que le había informa sobre el peligro que se había vuelto su hermano para sus seres queridos, le tiene algo de aprecio por ello.

Las palabras de Europa resonaban en la habitación, ella explicaba lo injustos que estaban siendo por el repentino exterminio y además estar conquistando sus hogares para esclavizarlos no era lo más balanceado.

[...]

Sus privada eran apresuradas, llegaba tarde a su junta, su primera Junta como la tercera monarca de la galaxia madre, mierda, mierda, mierda, sus hermanos estarían molestos.

Entró por la puerta que daba al gigante balcón donde sus hermanos se encontraban sentados mirando a la Luna que hablaba sin parar.

—Lo lamento, ¿de qué me he perdido? —preguntó a lo que los mayores solo negaron con algo de desaprobación. —No es nada importante.  —eso no le convenció, sin embargo decidió creer en sus hermanos.

Lilith, la estrella que ahora ocupa el lugar que alguna vez tuvo Águeda como parte de la dinastía de la corona.

—Podemos convivir en total paz y armonía si tan solo nos dan la oportunidad. —ahora recordaba que (según sus hermanos), el universo y galaxia madre tienen una relación tensa, con ello se ganó toda su atención, pues ella en secreto ha estado ideando algún plan para mejorar las relaciones políticas de dichos territorios.