Todo por ti

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Natalan, después de deshacerse de cualquier cosa que lo inculpara, decidió actuar lo más normal posible. Tranquilamente, decidió comportarse como todos en la preparatoria: asustado y algo distraído. Todo estaba saliendo a la perfección y Natalan siguió con su enamoramiento secreto por Soaring. Continuó espiándolo y observando cada pequeño movimiento que hacía.

Natalan no podía evitar sentirse intrigado por cada detalle de la vida de Soaring; su gran obsesión crecía y crecía. Cada día, buscaba excusas para verlo y pasar desapercibido, escuchando sus conversaciones y observando sus gestos. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse oculto, había momentos en los que temía ser descubierto.

A medida que pasaban las semanas, Natalan se daba cuenta de que su obsesión por Soaring crecía. Le costaba concentrarse en sus estudios y en sus amistades, ya que su mente siempre volvía a Soaring. El simple hecho de pensar en sus ojos color celeste y amarillo lo volvía color carmesí. A pesar de esto, se esforzaba por mantener una fachada de normalidad, participando en las actividades escolares y tratando de no llamar la atención sobre sí mismo.

Un día, mientras lo observaba desde lejos, Natalan se dio cuenta de que Soaring estaba hablando con alguien nuevo. Sentía una punzada de celos, pero rápidamente se recordó a sí mismo que debía mantener la calma y no dejarse llevar por sus emociones. Aunque le resultaba difícil, sabía que debía ser cuidadoso para no levantar sospechas.

Cualquier movimiento en falso podría revelar la atrocidad que había cometido. Los celos de Natalan crecían cada vez que veía a Soaring hablar con alguien más; siquiera pensar que encontraría a alguien mejor que él le daba una gran punzada en el pecho, aunque deshacerse de los demás era algo realmente evidente.

 Los celos de Natalan crecían cada vez que veía a Soaring hablar con alguien más; siquiera pensar que encontraría a alguien mejor que él le daba una gran punzada en el pecho, aunque deshacerse de los demás era algo realmente evidente

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Por otro lado, Michu estaba devastado por la pérdida de su mejor amigo. Ya no se le veía sonreír e intentaba quedarse lejos de cualquier persona. Todo eso le llevaba a la duda de quién pudo haber hecho tal atrocidad. Evidentemente, era alguien del colegio, ya que el individuo no pudo haber escapado del lugar tan rápido como para que alguien no lo viera.

La incertidumbre y el dolor llenaban los días de Michu. Cada rincón de la preparatoria le recordaba a su amigo, y la ausencia se volvía insoportable. Mientras tanto, Natalan continuaba con su meticulosa vigilancia sobre Soaring, consciente de que cualquier error podría poner en riesgo su secreto.

Los rumores comenzaron a circular por la escuela. Algunos decían que había sido un accidente, otros murmuraban sobre una posible venganza, pero nadie sabía la verdad. Natalan, por su parte, escuchaba estos comentarios con aparente indiferencia, aunque por dentro sentía un creciente nerviosismo.

Un día, durante una asamblea en el gimnasio, la directora del colegio anunció que la policía estaba avanzando en la investigación. "Pronto sabremos quién fue el responsable," dijo con firmeza, mirando a todos los estudiantes. Natalan sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que debía ser más cauteloso que nunca.

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