Un sueño

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Natalan estaba contento; todo estaba saliendo tal como lo había planeado. Pronto se desharía de Duxo, y Soaring sería suyo. Aquino ya conocía el plan, y solo faltaba que lo ejecutara.

Era un día común de clases, y Natalan tenía la mirada fija en Soaring. Para él, era lo más hermoso que jamás había visto: su cabello castaño, sus ojos de colores amarillo y azul, todo en él le parecía perfecto, incluso el aburrido uniforme que todos estaban obligados a llevar.

Natalan estaba tan absorto en Soaring que no se dio cuenta de que este lo estaba observando. Soaring, al notar la mirada intensa de Natalan, se sintió incómodo. El rostro de Natalan le pareció extraño, casi perturbador. Con un ligero gesto, Soaring apartó la vista y trató de concentrarse en la clase, intentando ignorar aquella sensación incómoda que lo había invadido.

Sin embargo, a pesar de su intento por evitarlo, la mirada de Natalan continuaba sobre él, haciéndolo sentir cada vez más nervioso. Soaring no podía evitar preguntarse qué era lo que Natalan realmente pensaba.

Horas después, sonó el timbre. Natalan salió de su trance y se levantó de su asiento, dirigiéndose a la cafetería. Allí se encontró con Lucasta y Aquino.

-¡Natalan, te estuvimos esperando! -dijo Lucasta, algo molesto. Aquino, por su parte, solo suspiró, visiblemente irritado.

-Perdón... Estaba perdido mirando a Soaring... -respondió Natalan con un tono siniestro, casi perturbador. Lucasta lo miró con cierto asco, mientras que Aquino lo observaba confundido; él no conocía la obsesión de Natalan con Soaring.

Natalan sacudió la cabeza, tratando de despejarse, y miró a sus amigos con una expresión neutral, sin mostrar emoción alguna.

-¿Qué es lo que harán? -preguntó finalmente, rompiendo el silencio.

-Pienso que mandemos a Aquino a la biblioteca; podría encontrarse con Duxo allí... -sugirió Lucasta, su tono era más calmado que antes. Al escuchar esta propuesta, Aquino se sonrojó ligeramente y apartó la mirada, incómodo ante la posibilidad.

Lucasta miró a Aquino, riendo entre dientes por su actitud, mientras que Natalan solo los observaba, algo confundido.

-No te preocupes, Aquino, tal vez tengas una oportunidad con Duxo -dijo Lucasta con un tono burlón. Aquino, molesto, empujó ligeramente a Lucasta en respuesta.

Natalan llevó una de sus manos a su rostro, claramente irritado.

-Cállense, parecen niños - Grito molesto.

-Sí, sí -respondió Lucasta, aún riéndose un poco de Aquino.

La molestia de Natalan era evidente. Apartó la mirada por un momento y, de repente, vio a Duxo y Soaring caminando juntos hacia la cafetería, riendo y disfrutando de la compañía del otro. Al verlos, la sangre de Natalan comenzó a hervir de rabia; el deseo de clavarle un cuchillo a Duxo en ese mismo instante lo consumía.

Natalan seguía molesto pero se controlo, suspiro tratando de tranquilizarse, Lucasta noto la actitud de Natalan y dejo de reírse para no molestarlo.

Natalan se dio la vuelta y los miró con frialdad; estaba harto de escuchar sus risas.

Luego, clavó su mirada en Aquino y frunció el ceño antes de darse la vuelta nuevamente y alejarse de ellos. La imagen de Soaring y Duxo seguía rondando su mente mientras continuaba con sus clases, pero esta vez evitó mirar a Soaring. A pesar de eso, la molestia no desapareció, y cuando llegó a casa, su enfado solo aumentó al ver las fotos en su celular: publicaciones de Duxo, que compartía imágenes en sus redes sociales debido a su creciente fama.

En un arrebato de furia, Natalan estrelló su celular contra la pared y se dejó caer en su cama, intentando dormir y dejar atrás el día.

Natalan se encontraba en el colegio, pero esta vez era diferente. Podía mostrar emociones; estaba feliz y sonriente mientras caminaba por los pasillos. Se encontró con Lucasta, quien lo saludó, y caminaron juntos mientras conversaban. Natalan hablaba animadamente sobre muchas cosas, y Lucasta lo escuchaba atentamente.

Sin embargo, en un momento, sus caminos se separaron y Natalan continuó solo. Su expresión alegre se desvaneció de inmediato al ver a Soaring enredado en el brazo de Duxo. La mano de Natalan comenzó a temblar de enojo, y trató de alejarse para olvidar la escena, pero era casi imposible.

Caminó por un tiempo hasta que se encontró con Duxo. Este lo miró y lo saludó con una sonrisa. Natalan devolvió la sonrisa, pero había algo oscuro en su mirada mientras se acercaba a Duxo, ocultando algo entre sus manos.

Duxo lo observó con cautela y retrocedió unos pasos, sintiendo que algo no estaba bien en el comportamiento de Natalan. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Natalan se abalanzó sobre él.

El tiempo pareció detenerse cuando sus cuerpos chocaron, Natalan sonrió con más fuerza en su mente, solo había una cosa clara: Duxo no podía seguir en el camino. No permitiría que Soaring estuviera con él, ni un segundo más.

De un momento a otro todo era confuso, con imágenes entrelazadas de gritos, sombras y la risa de Soaring resonando en la distancia. Natalan sintió cómo su corazón latía con fuerza, su respiración se volvía pesada, y de repente, se encontró solo en un oscuro pasillo, la sangre en sus manos solo lo hacía reír de una manera descontrolada.

Despertó de golpe, con el sudor frío recorriendo su espalda y el corazón latiendo a mil por hora. La oscuridad de su habitación no le ofrecía consuelo. Mientras intentaba calmarse, sintió un impulso incontrolable de reírse. Cuanto más reía, más sentía que su cordura lo abandonaba.

Sus manos recorrían su rostro, tratando de detener la risa, pero era en vano. Se levantó de su cama y respiró hondo, aunque su estómago le dolía de tanto reír. Intentó calmarse, pero no podía; la risa seguía, incontrolable y dolorosa. Finalmente, cayó al suelo debido al dolor en el estómago, y tras unos minutos, pudo respirar un poco mejor, aunque aún mantenía una sonrisa torcida en su rostro. Mientras sudaba, miró al suelo y vio las fotos que tenía de Soaring. Tomó una entre sus manos.

-Eres mío... Serás mío... Nadie me lo puede impedir, somos el uno para el otro... Tendremos nuestro final feliz...

Le sonrió a la foto con una expresión siniestra y retorcida. Cuando finalmente dejó de sonreír, se levantó del suelo y se dirigió a su cama.

-Buenas noches, amor...

Le dijo a la foto antes de colocarla en la pared, junto a las demás imágenes que tenía de Soaring. La habitación estaba en silencio, excepto por el sonido de su respiración agitada. A pesar de todo, Natalan sentía felicidad y no tenía ningún remordimiento, sabía que sus sueños tendrían algo que ver con sus delitos pero no le importo en lo absoluto, solo pensaba en Soaring y su vida perfecta junto a él.

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No abandone la historia, solo me quedé sin ideas JDJAKJDJAKS

Perdon por la ausencia y las falsas promesas o eso creo :P

En fin que la pasen bonito 🐱

Loco por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora