Conocer

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El sol apenas y salía a saludar cuando el sonido de la escandaloza alarma hizo saltar al monegasco de su cama. Nisiquiera habia terminado de abrir los ojos cuando sus pies ya tocaban el frío suelo.

— Debo cambiar esa alarma — se dijo a si mismo.

Paso sus manos por su rostro para quitar todo el sueño que cargaba, luego estiro sus brazos mientras daba un gran bostezo que le dio más sueño que ganas de despertar.

Su cama se veía tan atractiva, no quería abandonarla pero si se metía entre esas sábanas dejaría solo a su prometido que el día anterior había sido internado por intoxicación.

Se dirigió a su baño, lavo su rostro con agua y se observó en el espejo. Tenía unas horribles ojeras ya que no había dormido casi nada por la preocupación y su cabello estaba hecho un desastre.

Regreso a la habitación para buscar su teléfono y ver si Lando o Daniel tenían noticias de Carlos.

Si bien Lando pudo haber dicho que no era nada grave, el simple hecho que manden a Carlos a operar ya era algo de que preocuparse

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Si bien Lando pudo haber dicho que no era nada grave, el simple hecho que manden a Carlos a operar ya era algo de que preocuparse. En menos de lo que canto un gallo ya se había dado una ducha y cambiado con lo primero que encontró o vio decente.

Tomo sus cosas personales importantes como las llaves de su auto, las de su casa, su cartera, etc. y lo metió en una mochila, luego salio disparado bajando-saltando las escaleras.

Estaba a nada de abrir su puerta cuando escucho un fuerte ruido proveniente de la cocina. Regreso sobre sus pasos para hechar un vistazo para encontrarse con su hermano menor cocinando algo y a su padrino viéndolo muy extrañado mientras tomaba café.

— ¿Jules? — el francés le presto atención sin quitar su cara de rareza — ¿Pasa algo?

— Si — dio un trago a su café — Eso pasa — apunto con la cabeza a su hermano que lucia muy contento cocinando.

Se acercó a la isla donde Jules se encontraba sentado y observó a su hermano que era ajeno a lo que pasaba, el estaba tan inmerso en cocinar mientras silvaba o movía la cabeza a un ritmo sutil.

No era extraño verlo cocinar, lo extraño era verlo en ese estado a estas horas. Casi siempre se levantaba con un humor pésimo o solo ignoraba sus responsabilidades.

— ¿Arthur? — llamó Charles.

— ¿Si? — dio media vuelta con una gran sonrisa — ¡Oh! Charles estas despierto, ¡Que bien! — volvió a girarse lara terminar lo que hacía.

Un escalofrío recorrió la espalda de los mayores.

— ¿Te sientes bien? — pregunto Jules.

— ¡De maravilla! — apagó la estufa, envolvió algunas cosas en algunos toppers y volvió a darles la atención a los mayores — Toma Jules, este es tu desayuno — le tendió un plato al frente — Y Charlie, este es para ti y Carlos — le dio los toppers envueltos en una maletita — para que cuando salga del hospital no tengan hambre y cuando lleguen no perdamos en tiempo haciendo maletas.

𝘾𝘼𝙎𝙀𝙎𝙀 ¡𝙌𝙐𝙄𝙀𝙉 𝙋𝙐𝙀𝘿𝘼! | #3 AU F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora