Emprendiendo un viaje a ciudad Fortuna, la protagonista esta en búsqueda de los hijos de Sparda en busca de respuestas, sin embargo, su vida da un giro al terminar enamorándose de uno de ellos, lo cual le sumara mas desafíos por superar.
El demonio albino se quedó observando, ni más ni menos, era ese dúo femenino, compañeras de caza de Dante y que debes en cuando le daban una mano con los encargues.
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Hola Dante, hace tiempo que no nos vemos – decía Trish.
Si es verdad hace tiempo que no nos vemos – decía Lady.
¿Qué hacen ustedes aquí? –
Ay, qué forma de recibirnos Dante – decía Trish un poco ofendida.
La verdad es que vinimos para contarte algo que quizás te interese –
Si se trata de alguno de sus encargos, ahórrenselos, además Lady, tus encargos siempre acaban siendo un desastre –
No seas intransigente Dante, Morrison nos contó que estaban buscando a un demonio que andaba pululando por la ciudad – dijo Lady.
¿Qué saben sobre eso? –
En el pueblo vecino, Sacramento, hay un demonio rondando, causando disturbios – dijo Trish.
El problema es que no se trata de un demonio cualquiera, es Arioch, la verdad no sabemos qué hace en el mundo de los humanos, pero lo más probable es que esté buscando al hijo de Sparda, o sea tú – dijo Lady.
Y seguramente vinieron hasta aquí porque ustedes solas no pueden hacerle frente –
Seguido de eso aparece Nero, con los pelos alborotados frotándose un ojo para aclarar su vista.
Mira quien está aquí – decía Lady – buenos días nene –
¿Qué hacen aquí ustedes? – preguntó Nero mientras bajaba las escaleras.
¿Ya te despertaste, la pasaste bien? –
Nero se quedó en completo silencio mientras sus mejillas se tornaron de un color rojo que contrastaba con su piel blanca.
Me tengo que ir y ustedes se van a quedar aquí, tengo que viajar, hay problemas en Sacramento – sin embargo antes de irse le hizo una seña a Nero para que se acercara – ya se lo que hicieron, te voy a decir algo, esto es una agencia, no es un motel, si vas a estar con Victoria, te vas a tu casa, te alquilas un departamento, te vas a un hotel y ahí te pones a freír churros o lo que quieras, pero aquí no, y te lo voy a repetir por última vez, ten cuidado con lo que haces y otra cosa, tengan un poco más de discreción, porque hay un niño aquí – decía mientras señalaba a mi primo.
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