–No, NuNew, por favor, espera ...
Colgó bruscamente y el auricular se le cayó de las manos, golpeó sonoramente sobre sus piernas y sobre el suelo y quedó a los pies de la escalera. Imaginaba a Zee. Lo imaginaba con una mujer, teniendo una aventura, haciendo el amor, ahogándose en suspiros...
Le dieron náuseas y se cubrió la boca con una mano, apretando el puño contra sus fríos y temblorosos labios.
El teléfono sonó otra vez. Un llanto cansado que provenía de la cocina se mezcló con el sonido del teléfono. Se puso de pie. Poseído de una extraña calma, levantó el auricular y lo volvió a colgar. Luego, con la misma calma, que no era más que una manifestación del profundo choque que acababa de sufrir, lo agarró, lo dejó descolgado y se dirigió a la cocina.
Nada más terminar su cena, Daniel se durmió. Se tumbó boca abajo, hecho un ovillo, abrazado a un osito de peluche. NuNew se quedó mirándolo un buen rato, aunque sin verlo realmente, sin ver nada en absoluto.
Se le había quedado la mente en blanco.
Echó un vistazo a las habitaciones de los mellizos.
Sammy estaba dormido, con las sábanas arrugadas a los pies de la cama, como siempre, y los brazos cruzados sobre la almohada. Se acercó, le dio un beso y lo tapó. De sus hijos, Sam era el que más se parecía a su padre, pálido y con una barbilla prominente, señal de su carácter decidido, como el de su padre. Era alto y fuerte, igual que Zee a la misma edad, tal y como había visto fotos del álbum de su suegra.
Luego, fue a ver a su hija. Sarah era muy diferente a su hermano mellizo. Al entrar por la mañana en su habitación, se la encontraba siempre en la misma posición en que se había dormido. Sarah tenía el pelo sedoso y oscuro, esparcido sobre la almohada. Era el ojito derecho de Zee, que no ocultaba su adoración por su princesa de ojos oscutos. Y la pequeña lo sabía y explotaba la situación al máximo.
¿Cómo podía Zee hacer algo que le pudiera doler a su hija? ¿Cómo podía hacer algo que pudiera rebajarlo a ojos de su hijo mayor? ¿Podía ponerlo todo en peligro sólo por el sexo?
¿Sexo? Le dieron escalofríos. Tal vez era algo más que sexo, tal vez era amor, un amor verdadero. La clase de amor por la que un hombre lo traiciona todo.
Pero, tal vez, fuera todo mentira. Una mentira sucia y estúpida, y él estaba cometiendo con Zee la mayor de las indignidades con tan sólo suponerlo capaz de algo así.
Pero recordó el perfume, y las muchas noches que había pasado fuera, echándole las culpas al contrato de Harvey's.
¡Maldito contrato!
Se tambaleó y salió de la habitación de Sarah para dirigirse a su cuarto, donde, la semana anterior, se habían encontrado de nuevo y habían hecho el amor de una manera muy tierna por primera vez en muchos meses.
La semana anterior. ¿Qué había pasado la semana anterior para que él volviera a NuNew de nuevo? Que NuNew había hecho un esfuerzo, eso es lo que había ocurrido. Había estado muy preocupado por cómo iba su matrimonio y había hecho un esfuerzo. Había dejado a los niños con su madre y había cocinado el plato favorito de Zee. Se había puesto un traje de seda negro y habían cenado con velas.
Sin embargo, recordó la tensión del rostro de Zee al estar desnudos en la cama, una tensión que él achacaba a menudo al estrés, y sintió un escalofrío.
Cerró la puerta y se dirigió al cuarto de estar. Se daba cuenta de muchas cosas, cosas que en su estúpida ceguera no había visto hasta entonces.
La fuerza con que lo había agarrado por los hombros, en un intento desesperado, pero evidente de guardar distancias. La triste mirada de sus ojos grises mientras observaba su boca. El suspiro con que había recibido su confesión: «Te quiero, Zee», le había dicho, «siento mucho que haya sido muy difícil vivir conmigo».
ESTÁS LEYENDO
infiel ; zeenunew
RomantikNuNew y Zee tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que NuNew pensaba. Adaptación.