Jane Kim era el nombre del fantasma sin cara que la visitaba todas las noches. Con eso tenía bastante.–Y Mali Sales –añadió Zac–. Menuda discusión tuvisteis aquel día en la pista de baile.
–¿Oíste algo? –preguntó NuNew, dando un respingo.
–La mitad de la sala lo oyó, querido. Y fue asombroso. Zee Pruk Panich, el joven tiburón de las finanzas, tenía esposo y tres hijos y nadie lo sabía. Supongo que esa noticia le dio a Jane donde más duele. Quería casarse con él, ¿sabes? Zee era la elección ideal para una abogada con su futuro.
Así pues, Jane era abogada, y no la secretaria de Zee, como él había creído. La noticia la sobresaltó. «Compite con eso si puedes», se dijo con amargura. Una cosa era luchar por el amor de su marido con una simple secretaria, pero otra muy distinta hacerlo con una mujer que estaba acostumbrada a vivir en el mismo mundo que él. Como si estuviera pensando algo parecido, Zac dijo: –Si lleváis casados siete años, eso quiere decir que lo atrapaste antes de que iniciara su carrera meteórica.
¿Cómo te sientes? ¿Como un desliz de su juventud?NuNew se dijo que, tal vez, merecía alguno de aquellos insultos. Pero el último comentario era lo que más le había dolido, probablemente, porque él empezaba a pensar algo parecido.
–Creo que será mejor que te calles y pares el coche antes de que digas algo que me ofenda de verdad –dijo.
Para su consternación, Zac hizo exactamente lo que le había pedido, deteniéndose bruscamente en el arcén.
–Soy yo quien me siento ofendido por el modo en que has estado jugando conmigo durante todo este tiempo. ¡Dios mío! No has pensado en mí en serio ni por un momento, ¿verdad?
–No –respondió NuNew sinceramente.
–Entonces, ¿por qué no me detuviste antes de que llegáramos tan lejos?
–¿Tan lejos? ¿Cómo que tan lejos? –le dijo con una mirada desafiante– ¡Pero si sólo nos hemos dado un beso!
–No se trataba sólo de eso, NuNew, y tú lo sabes. Pero para ti era sólo un juego, ¿verdad? Te diste cuenta de que me gustabas y pensaste que podrías jugar un rato conmigo, ¿no es eso? –le preguntó Zac amargamente– ¿Qué ocurre? ¿Que tu autoestima estaba en un nivel muy bajo? ¿Tanto te molestaba que prefiriese acostarse con su abogada a acostarse contigo?
NuNew le dio una bofetada al tiempo que se ponía rojo de vergüenza. Luego agarró la manecilla de la puerta con una mano y se desabrochó el cinturón de seguridad con la otra. Pero Zac lo agarró por el brazo.
–No –dijo entre dientes– No pienses que te vas a escapar tan fácilmente.
Tiró de él y lo besó. Fue un beso brusco, desagradable. Cuando lo soltó, NuNew estaba asqueado del sabor de su boca.
Salió de coche dando un portazo.
Zac arrancó haciendo chirriar los neumáticos dejándola a merced del viento helado de la noche.
Se llevó una mano a la boca, y vio asqueado que le había hecho sangre en el labio. Le maldijo, deseando estar de vuelta cuanto antes en su mundo de cuento de hadas, donde nada malo podía ocurrirle. Maldijo a Mali por haberlo despertado de aquel mundo de ensueño, añadió para sí iniciando el camino de regreso a casa. Y maldijo a Zee por su infidelidad y a Jane por haberlo seducido. Pero, por encima de todos, se maldijo a sí mismo.
No tardó mucho en llegar a casa, pero tenía los pies deshechos. Se quitó los zapatos, de tacón alto, nada más entrar.
En el interior de la casa, hacía calor. El reloj del pasillo marcaba la una de la madrugada. Se sentía deprimido y la escena con Zac no dejaba de darle vueltas en la cabeza. No se molestó en ir a ver a Zee. Por él podía irse al infierno. De todas formas, no estaba de humor para tener otra discusión.
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infiel ; zeenunew
RomanceNuNew y Zee tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que NuNew pensaba. Adaptación.