Pasaron algunos minutos antes de que Zee, se reuniera con él en el cuarto de estar. Necesitaba algún tiempo para prepararse para lo que iba a ocurrir. NuNew lo esperaba sentado, pacientemente.
Curiosamente, estaba muy tranquilo. Su corazón latía a un ritmo normal y tenía las manos apoyadas relajadamente sobre el regazo.
Zee entró. Se había quitado el abrigo y la chaqueta, y se había desanudado la corbata y desabrochado el cuello de la camisa. No miró a NuNew y se dirigió al mueble bar para servirse un whisky.
––¿Quieres uno? –le preguntó a NuNew.
Él negó con la cabeza. Zee no repitió la pregunta, tampoco lo miró. Se sirvió una generosa cantidad de whisky y se sentó en el sofá, frente a NuNew.
Dio un largo trago.
–Tienes una amiga muy fiel –dijo. «y un marido infiel», pensó NuNew.
Zee cerró los ojos. No lo había mirado desde que entrara en la habitación. Estiró las piernas y tomó el vaso con ambas manos. NuNew se fijó en sus dedos: largos, fuertes y con las uñas perfectamente cortadas.
Era un hombre fuerte y alto, y siempre aseado. Buenos zapatos, trajes elegantes, camisas a medida y corbatas de seda. Estaba más pálido que de costumbre, pero su semblante, que reflejaba tensión, seguía siendo atractivo. Sus rasgos eran bien formados y suaves, tenía la nariz recta y la boca delgada, en un gesto de determinación. Iba a cumplir treinta y cuatro años y siempre había sido muy masculino, aunque, con el paso de los años, habían ido aflorando otras facetas de su carácter.
Había adquirido una fuerza interior, que, tal vez, suele aparecer siempre con la madurez, y una nueva confianza y conciencia de la propia valía. Su rostro reflejaba su personalidad, es decir, la de un hombre acostumbrado a ejercer el poder y con la capacidad de superar eficazmente las dificultades. En su compañía, se tenía la sensación de estar ante un hombre especial.
Otro rasgo eminente de su personalidad, pensaba NuNew, era su dominio de sí mismo. Zee siempre había poseído una gran capacidad para controlar sus emociones, raramente perdía los nervios, raramente se irritaba cuando las cosas no marchaban como él quería. Ante los problemas, tenía la rara habilidad de olvidar los aspectos negativos y extraer lo más positivo de la situación.
Aquél era el rasgo más sobresaliente de Zee Pruk Panich, presidente de Panich Holdings, una organización que, en pocos años, había crecido de un modo extraordinario. Compraba pequeñas empresas que no marchaban bien y las reconvertía en filiales de la suya, logrando que obtuvieran grandes beneficios.
Y lo había hecho todo con sus propios medios. Manteniendo un delicado equilibrio entre el éxito y el desastre, aunque sin llegar a poner en peligro el bienestar de su familia, había construido un pequeño imperio. Por el contrario, lo había rodeado de lujo, tanto como podía desear.
–Y ahora, ¿qué? –preguntó de repente, levantando los párpados y revelando la belleza de sus ojos grises y profundos.
Así que no iba a tratar de negar nada, se dijo NuNew.
Deseaba encontrar algo que decir, pero no sabía qué.
–Dímelo tú –dijo, todavía con aquella tranquilidad asombrosa.
Mali debía haberle dicho que temía que cometiera colgarse de una lámpara. Qué melodramático, qué novelesco. Pobre Mali, pensaba NuNew con simpatía, qué mal tenía que haberlo pasado.
–Es una zorra –gruñó Zee.
La idea que tenía de Mali, obviamente, no se parecía a la de NuNew. Se inclinó hacia delante apretando el vaso de whisky entre las manos. Tenía el ceño fruncido y le temblaba un músculo de la mandíbula. Apoyaba los codos en las rodillas y no apartaba la vista de la alfombra.
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infiel ; zeenunew
RomanceNuNew y Zee tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que NuNew pensaba. Adaptación.