Capítulo 14

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Los días siguientes fueron horribles. Zee se convirtió en un extraño, hosco y poco comunicativo, que durante las noches ni siquiera lo tocaba. Los niños estaban cada vez más revoltosos, emocionados con las fiestas que se aproximaban y preocupados por la situación. NuNew sabía que las dificultades por las que atravesaba su matrimonio les afectaban tanto como a Zee o a NuNew.

El problema era que no sabía qué hacer. Le habría gustado contarle a Zee lo que había ocurrido entre Zac y él, y pedirle perdón, pero no podía hacerlo. Habría sido la prueba de que le importaba lo que él pudiera pensar o decir, y había decidido no mostrar por él ningún interés.

Una mañana cayó enfermo y se pasó el día entero dando vueltas por la casa, débil y aburrido. Cuando los mellizos volvieron del colegio se pusieron a jugar, armaron tanto ruido que le dio un terrible dolor de cabeza. Se alegró de ver llegar a Zee, porque así podría dejárselos a él y acostarse.

–¿Por qué no me has llamado? –le reprochó Zee–. Si me hubieras dicho que no te encontrabas bien, habría venido enseguida.

NuNew le dio una respuesta confusa y subió las escaleras para dirigirse a su dormitorio. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza llamarlo. En realidad, pensaba metiéndose en la cama, nunca lo había llamado al trabajo. Zee llamaba desde el despacho a menudo, pero NuNew nunca se había molestado en llamarlo. Una vez más, se asombró del muro que se alzaba entre el Zee hombre de negocios y el Zee padre de familia y no pudo recordar que se hubiera atrevido a traspasar ese muro ni una sola vez.

El caso era que Zee logró que los niños dejaran de hacer ruido. Al cabo de un rato, se quedó dormida y su sueño no fue interrumpido por ningún ruido.

Se despertó horas después. Había amanecido y Zee estaba inclinado sobre la cama con una taza en las manos.

–Pensé que podría apetecerte esto –dijo dejando la taza humeante en la mesilla– ¿Cómo estás?

–Mejor –dijo, aunque al incorporarse no quiso hacer ningún movimiento brusco con el estómago. Se apartó el pelo de la cara antes de tomar la taza– Gracias –murmuró.

–Puedo tomarme el día libre y quedarme en casa a trabajar, si quieres –dijo Zee, mirándolo con detenimiento.

NuNew negó con la cabeza.

–No es necesario. Me siento un poco débil, pero puedo arreglármelas.

–Aun así…

NuNew tenía la extraña sensación de que Zee se debatía entre decirle algo o no.

–Creo que será mejor que no vayas a clase esta noche, con el tiempo que hace…

–Teníamos pensado salir a celebrar la Navidad –dijo soplando el humeante té de la taza– Zac nos va a llevar a un club. No quiero perdérmelo.

Con el rabillo del ojo, se dio cuenta de que Zee apretaba la mandíbula. Aunque deseaba hacerle sufrir un poco, al ver su reacción, lo pasaba muy mal.

–Ya veremos cómo te encuentras esta tarde –dijo Zee, y se dio la vuelta para marcharse y de repente, NuNew sintió la necesidad imperiosa de que se quedara.

–Mis padres, como siempre, vendrán a pasar las Navidades con nosotros –dijo. Zee se detuvo bruscamente en la puerta del baño– Pero este año tenemos un problema…

Zee no lo miraba, tan sólo le daba la espalda esperando a que terminara lo que tenia que decirle.

–El año pasado la habitación de Daniel estaba libre. Ahora, no sé cómo van a poder pasar aquí dos noches. No me imagino a mi padre durmiendo en el sillón de tu estudio ni a mi madre durmiendo en el sofá –dijo esta última frase con la intención de hacer gracia, pero Zee se dio la vuelta sin la menor sombra de una sonrisa en el rostro. NuNew sintió un gran vacío en el corazón, aún mayor que el que tenía aquellos días.

infiel ; zeenunew Donde viven las historias. Descúbrelo ahora