Eran las dos en punto de la tarde de un miércoles. Zee estaba en su despacho, recogiendo los documentos en los que había estado trabajando para preparar su próxima reunión cuando sonó el teléfono.
–Una señora le llama por teléfono, señor Panich, dice que es la señora Panich.
A Zee le dieron escalofríos. Su mamá nunca lo llamaba al despacho. ¿Habría ocurrido algún accidente?, se preguntó con alarma. ¿Le habría ocurrido algo a sus hijos?
–Pásemelo –le pidió a su secretaria.
Cuando recibió la llamada, había considerado tantas posibilidades que se desconcertó cuando oyó la voz de su madre.
Sacudió la cabeza y dijo:
–Empieza otra vez, mamá. Me temo que no he entendido una sola palabra.
Al cabo de unos minutos, estaba en su coche, pisando el acelerador en dirección a su casa. Su madre le abrió la puerta.
–Está ahí dentro –le dijo Mandy con gesto de preocupación y con signos de haber llorado–. Está muy enfadado, Zee–añadió susurrando.
Zee hizo un gesto de dolor al abrir la puerta del salón y ver a NuNew sentado en una esquina del sofá. Tenía el rostro enterrado en un cojín y no paraba de sollozar. Se acercó a él con cuidado. Se quitó la corbata antes de intentar tocarlo, le temblaron las manos.
–NuNew–susurró agachándose y apoyando la mano en su hombro.
–Vete –dijo él sin dejar de sollozar.
Zee frunció el ceño, desconcertado y temeroso.
Nunca lo había visto así, tan destrozado que ni siquiera podía decirle lo que le ocurría. Permaneció allí, acariciándole los hombros con ternura mientras se preguntaba qué podía haberlo llevado a aquel estado. Pensó en Zac Callum y se le hizo un nudo en el estómago. Si aquel canalla había hecho daño a NuNew cuando se estaba recuperando del daño que él mismo le había ocasionado…
–NuNew... –dijo aproximándose y acariciándole el pelo. Se sorprendió al comprobar que estaba húmedo. ¿Cuánto tiempo llevaba así?–. Por Dios Santo. Háblame, dime qué ocurre.
NuNew sacudió la cabeza. Zee tragó saliva sin saber qué hacer. Luego, con resolución, se levantó para estrecharlo entre sus brazos y volvió a sentarse con él hecho un ovillo sobre su regazo, con cojín y todo.
Al menos, no trataba de separarse de él, advirtió Zee que permanecía impotente escuchando los sollozos de NuNew.
–Tú tienes la culpa –dijo él por fin.
Zee suspiró, recordando los últimos días, tratando de averiguar si había hecho algo que pudiera causarle a NuNew tanto dolor. En realidad, había sido muy cuidadoso. Ni siquiera había dicho una palabra sobre su maldita clase de dibujo. Tampoco habían hecho el amor.
–Se suponía que eras tú el que iba a tener cuidado –añadió NuNew con aquella voz rota que le partía el corazón.
Acarició su pelo con la mejilla.
–¿Tener cuidado de qué? –le preguntó.
NuNew sollozó todavía más, amenazando con ahogarse si no se calmaba. Zee lo agarró por los hombros y lo sentó, tirando el cojín lejos de allí.
–Cálmate –le dijo con firmeza, muy preocupado por su estado.
Pero, gracias a aquella firmeza, NuNew trató de tranquilizarse y quiso contener las lágrimas. Zee tomó un pañuelo, apartó las manos de NuNew de su rostro y le secó las mejillas. Estaba tan caliente que le quitó el jersey de lana que llevaba. NuNew se estremeció al quedarse sólo con la blusa y sentir algo de frío.
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infiel ; zeenunew
RomanceNuNew y Zee tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que NuNew pensaba. Adaptación.