Capítulo 17

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-Zee...

Él, que no lo oía, se dirigió al baño.

-Pero qué... -dijo saliendo disparado y mirándolo con asombro.

-Tenía que poner a mis padres en alguna parte -dijo NuNew, poniéndose a la defensiva-, y ésta era la única solución -dijo señalando la cama.

Había quitado del baño todos sus objetos personales y vaciado uno de los armarios y había puesto su ropa con la de Zee. Casi no había cabido, la había metido con tanta presión que tendría que plancharla otra vez antes de ponérsela, pero...

-¿Y dónde vamos a dormir tú y yo?

NuNew señaló las otras habitaciones con un gesto vago.

-He comprado dos camas. Una la he puesto en la habitación de Sam y otra en la de Sarah. Tu madre puede dormir con Sarah.

La madre de Zee siempre se quedaba a dormir con ellos la Nochebuena porque le gustaba ver a sus nietos abriendo los regalos el día de Navidad.

-Yo dormiré con Daniel y tú con Sam. Sólo son dos noches, Zee -dijo apelando a su comprensión cuando lo vio a punto de explotar- Sabes que no podemos poner juntos a los mellizos o no se dormirán nunca. Están muy emocionados y...

-¡Maldita sea! -exclamó Zee-. ¿Qué te ocurre, NuNew? ¿Por qué tengo que dejarle mi cama a tus padres? ¿Por qué no pueden dormir en otra cama? ¿O haces esto porque quieres seguir vengándote de mí? Porque, si es eso, te aviso: creo que ya he sufrido bastante.

NuNew se indignó ante tal injusticia.

-¿Desde cuándo han sido mis padres un problema para ti? ¡Sólo vienen una vez al año! ¡Ten algo de consideración con ellos, por amor del Cielo! Saldrán para acá en cuanto cierren la tienda y harán el camino de un tirón. Empiezan a ser mayores, y no creo que sea muy cómodo para ellos dormir con los niños.

-¡No puedo creer que estés haciendo esto! -exclamó Zee, demasiado enfadado como para atender a razones-. Vuelvo a casa después de una semana entera en Phuket... ¡En Phuket, por Dios Santo! -dijo como si se tratara del fin de la Tierra-. Buscando un poco de tranquilidad en mi propia casa. ¡En mi propia casa! Y me encuentro con que me ha echado de mi habitación mi propio esposo, un hombre vengativo que no encuentra bastantes maneras de... ¡No pasaría nada... ! -continuó observando a un pálido NuNew-. No pasaría nada si la maldita casa fuera lo bastante grande para perderme en ella si me daba la gana. Pero como tú te negaste a mudarnos a una más grande, yo tengo que pagar las consecuencias. ¡Yo! Un maldito millonario viviendo en una casita de juguete con tres mocosos que no paran de hacer ruido y un hombre que...

Se interrumpió dirigiendo a NuNew, que estaba completamente pálido, una mirada furiosa.

-¡Maldita sea! -exclamó-. ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!

-¿Por qué no te vas a casa de Jane? -le sugirió NuNew con voz temblorosa- ¡Puede que ella te trate mejor!

Giró sobre sus talones y salió del dormitorio antes que Zee pudiera decir algo más. ¿Creía que era vengativa? ¿Qué vivía en una casa de juguete? ¡Y a los niños! ¡Había llamado mocosos a sus hijos!

Recogió los platos donde habían cenado los niños y se dispuso a lavarlos. Podría haberlos metido en el lavavajillas, pero aquella actividad le daba la oportunidad de descargar su rabia.

Zee apareció a sus espaldas y lo apretó contra el fregadero.

-Lo siento -dijo besándola en la nuca- No quería decir eso.

NuNew suspiró, restregando un plato de tal modo que el dibujo corría el riesgo de desgastarse.

-Entonces ¿por qué lo has dicho?

infiel ; zeenunew Donde viven las historias. Descúbrelo ahora