Su comportamiento le daba náuseas. Había hecho el amor con él, no porque lo quisiera, sino por su miedo a perderlo. Era esencial para su integridad mental saber que, a pesar de todas las Janes que pudiera haber habido o que hubiera en el futuro, él, el pequeño y aburrido NuNew, todavía podía volverlo loco en la cama.
Y además, tenía que reconocer que lo había deseado, el deseo que había sentido por él no dejaba espacio para el orgullo ni el respeto por sí mismo. Sin embargo, hacer el amor no había supuesto ningún alivio para la tristeza y el dolor que sentía desde hacia una semana. Era como si su alma herida se negara a concederle a Zee un respiro.
Una solitaria lágrima se derramó por sus mejillas.
NuNew, en su desesperado deseo de probarse que todavía podía excitar a su marido, había perdido más de lo que había ganado. Se había dado cuenta de que ya no sentía lo mismo por él. Había perdido la confianza ciega y, con ella, su forma de amarlo libremente.
Le dolía y le daba miedo. Se sentía más solo que si Zee se hubiera marchado y lo hubiera dejado. Porque no sabía si algún día volvería a sentir por él lo que antes sentía.
–¿Nu?
NuNew se dio la vuelta. Zee la contemplaba con una mirada sombría.
–Lo siento –dijo tranquilamente.
¿Qué lamentaba, hacer el amor o toda aquella horrible situación? Qué importaba, se dijo. Al fin y al cabo, ya nada importaba. Se sentía como una cáscara vacía, perdido y solo y ningún lamento lograría que se sintiera mejor.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
–Me avergüenzo de mí mismo –le dijo con voz grave y temblorosa. A Zee se le humedecieron los ojos.
–Ven aquí –dijo estrechándolo entre sus brazos– Te juro que no volveré a hacer nada que pueda hacerte tanto daño, NuNew. Palabra de un hombre que en su vida se ha sentido peor.
¿Podía NuNew arriesgarse a creerlo? Sería fácil. Y sería fácil perdonarlo y olvidarlo todo, con la esperanza de que el perdón y el olvido se llevaran el dolor para Siempre.
–Te amo –le dijo Zee con voz grave– Te amo mucho, NuNew.
–¡No! –exclamó NuNew violentamente, abandonando la idea de perdonarlo al escuchar aquellas tres palabras falsas. Ya le había creído una vez, y sólo le había servido para hundirse en el lodo.
–No me hables de amor –le replicó amargamente– El amor no tiene nada que ver con lo que acaba de suceder, ¿o es que te casaste conmigo por amor?
*
El desayuno transcurrió en medio de una atmósfera enrarecida. Los mellizos no dejaban de mirarlos con extrañeza y curiosidad. NuNew sabía que se habían hecho muchas preguntas acerca de su ausencia del día anterior, pero era obvio que Zee les había ordenado que no hicieran preguntas. No pudo evitar una media sonrisa cuando Sarah abrió la boca para decir algo y Zee la silenció con una mirada. Sam se comportaba de forma distinta. No dejaba de mirarlo, pero no decía nada, en realidad, no había dicho nada desde que había bajado a desayunar.
–Come, Sammy –le dijo NuNew amablemente, después de que el niño estuviera jugando con la cuchara un buen rato–. A media mañana vas a tener hambre si ahora no comes nada.
Sam frunció el ceño y lo miró. Tenía los mismos ojos que su padre.
–¿Adónde fuiste ayer? –le preguntó de repente, y miró a su padre.
–Pues ... salí a pasar el día por ahí –respondió NuNew con una sonrisa, para demostrarle a su hijo que no sucedía nada anormal– No te importa; ¿verdad?
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infiel ; zeenunew
RomanceNuNew y Zee tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que NuNew pensaba. Adaptación.