Silent Night

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Todo parecía iluminado con una magia diferente ese día.
Sus amigos lo felicitaba, les daban regalos de bodas, y llamaba señora Snow a Lucy gray.
Coriolanus sonrió al ver a Lucy gray de lejos charlando con su abuela y jugando con la sortija de oro en su dedo.

Se hizo una cena elegante y pequeña a la que solo fueron invitados gente de mucha estima para la familia.
Después se haría la boda grande y ahí si tendría que haber cámaras.
Pero por ahora disfrutarían de su privacidad.

Horas después los invitados se fueron y Coriolanus y Lucy gray metieron las pertenenciad de ella a la habitación de él ya formalmente.
Era incómodo frente a la abuelatriz, pero ya eran marido y mujer.
Poco tiempo después Tigris y la abuelatriz los dejaron solos ya que su cansancio les ganó.

Lucy Gray terminó de guardar más ropa, y Coriolanus la ayudó con su guitarra y algunos suéteres y abrigos.
-Iré a ponerme la pijama. - dijo Lucy gray entrando al baño, después de terminar con sus cosas.
-Si, claro. - dijo Coriolanus quitándose los zapatos al fin.
Él seguía con su traje de bodas, y Lucy gray con el vestido y hasta el peinado.

Ha decir verdad era extraño estar juntos a solas de nuevo.
Había pasado de todo desde la última vez que durmieron en la misma habitación, en la misma cama.

Lucy Gray salió del baño después de un rato con su lindo camisón y su oscuro cabello bien cepillado, perfumaba de nuevo toda la habitación con olor a duraznos y vainilla.
Coriolanus estaba muy feliz de volver a tenerla para él solo.

-¿No te pondrás pijama? - pregunto Lucy gray acomodando su cama.
-Si, en un momento, solo necesitaba ver una cosa. - dijo Coriolanus mirandola.
-Esto se siente tan diferente sabes? - dijo Coriolanus mirándola.

-Lo se, es muy diferente... Quiero creer que es porque ya no hay... Más secretos, y porque ya soy tu esposa. - dijo Lucy gray.

-Y jamás los volverá a haber, Lucy gray. - dijo Coriolanus acercándose a ella.
-Eso sería bueno si. - dijo Lucy gray alejándose de él y recostandose en su lado de la cama.

-Lucy gray... - dijo Coriolanus sentándose junto a ella.
-Creo... Que sería bueno... Ir a buscar también una casa para nosotros. Ya sabes, por si no gano la presidencia. - dijo Coriolanus.
-¿Enserio lo crees? Yo digo que si ganarás... Y que usaras ese poder para bien. - dijo Lucy gray tranquilizandolo.

-No es seguro aun mi amor, no lo es. - dijo Coriolanus abrazandola de la cintura.
-Lo se, pero yo votaré por ti... Si es que puedo votar. - dijo Lucy gray.
-Tu votaras, eso te lo prometo. - dijo Coriolanus.
-Me asustas diciendo eso... Mejor me haré cargo yo.- dijo Lucy gray riéndose, acercándose a quitarle el reloj de la muñeca a Coriolanus.
-Temo que descubriste lo terriblemente mal ser humano que soy... Y temo perderte. - dijo Coriolanus tomando la mano de ella y poniendola sobre su pecho.

Lucy Gray levantó la vista hasta sus ojos azules.
-Termina de contarme las terribles cosas que haz hecho, y dejame amarte de todas formas.
Toma de mi lo que te hace falta, yo te lo daré... Seré la persona que te diga que debes ser mejor y como ser mejor! - dijo Lucy gray segura.
Coriolanus tomó delicadamente el rostro de Lucy gray y la besó tiernamente.
Esa muchacha no se daba por vencida con él, y sabía que eso traería sus frutos.

Lucy Gray lo tomó de los hombros para mantener el equilibrio mientras él comenzaba a buscar cada vez un poco más de ella, de sus dulces labios.
Exploraba su boca con dulzura y pasión, haciéndola trabajar para respirar.
Lucy Gray cerró los ojos perdiéndose en el placer y la dulzura, que después de un tiempo termino encendiendo una llama que no habían sentido jamás.

Y atraídos por esa llama, la siguieron por largo tiempo.
Una cosa llevó a la otra, un roce a una prenda, una prenda a todas.
Y la vista al toque y a besos.
Cada momento que estuvieron juntos fue precioso y especial para ambos.

La cama que antes le había parecido muy normal, parecía que esa noche brillaba como si estuviera hecha de estrellas.
Un lecho de estrellas rosas y amores.
Y era solamente para ellos dos.

Eran incapaces de dejar de tocarse, de darse caricias y mirarse con adoración.

Coriolanus no podía dejar de mirarla, sus claros ojos azules se habían oscurecido por la pasión y el deseo que sentia por ella.
Con delicadeza Coriolanus le quitó el camisón a su esposa, tocando su suave piel como tanto había extrañado, pero de una nueva manera.
Su toque hacia ella había cambiado, ahora quería explorar suavemente cada rincón y fibra en el cuerpo de su joven esposa, su chica.

Y Lucy gray lo miraba a los ojos, quería nunca dejar de mirar su hermoso rostro iluminado por la luz de la luna.

Ella estaba preciosa. Tan majestuosa como la luna misma, como un mito fantástico de la antigüedad, cubierta su desnudez tibiamente con las sábanas al abrigo de la luz de la luna. 

Era como estar en un sueño, donde él placer y deleite se apoderaban de todo el terreno. El calor de Lucy Gray hervía alrededor de él; sus manos, sus labios, su piel ardía como si del mismísimo infierno se tratase. 

A ella le gustaba su cabello rubio despeinado, rizándose, pegado a su frente, empapado de sudor. Le gustaba su voz ronca, a penas unos gemidos que plasmaban el placer que sentía. Lo abrazó aún más, disfrutando de la sensación de su piel ardiente contra la suya.

A él le gustaba verla retorcerse de placer, le gustaba su suave piel contra sus labios, como se estremecía bajo su suave toque

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A él le gustaba verla retorcerse de placer, le gustaba su suave piel contra sus labios, como se estremecía bajo su suave toque. Le gustaba su voz, que no era más que un murmullo, un oleaje de sonidos, una canción sin música. Necesitaba tocarla, que sus manos explorasen su cuerpo, no dejando un solo centímetro de piel sin acariciar, sin besar, sin amar.

Aquella noche ella era una diosa.
Su diosa, cada vez más hermosa. Su piel reflejaba la luz de la luna y las estrellas, sus ojos resplandecían de deseo y necesidad. Sus besos callaban palabras de amor y supervivencia. Se preguntaba que había hecho para merecerla, si tras él sólo había recuerdos manchados de sangre muerte y dolor.

¿Qué tenía él que no tuviese cualquier otro hombre? 

Se sentía el hombre más afortunado de la tierra, yaciendo junto a ella.

Y así, comenzaron el fuego que no se apagaría hasta altas horas de la madrugada. 

Aquella noche, él era suyo y ella de él. 


Dándose preciosos amores hasta quedarse dormidos.
Ya no habría que decir adiós, su amor ya había florecido.
El vacío de sus corazones había sido llenado por las únicas personas que podían hacerlo.








Holaaa aquí les dejo el nuevo capitulo!
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los quiero mucho mis pastelitos de nata 💗🥮😘
Pd: se que nadie me lo preguntó, pero Nuria y Tom se llevan muy bien en Btk... Pero les hace falta algo, no se que sea, pero se nota a kilómetros que Rachel y Tom si se tienen un cariño distinto... Hay magia entre esos dos💗

PD: NO SE QUE TRAIGO EN LA CABEZA JEJE, PERO ESTE CAPITULO ESTA ESCRITO CON AYUDA DE ElsitiodeEmily
GRACIAS CARIÑO, TU BORRADOR ME FUE DE MUCHA AYUDA❤️

Prisión de por vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora