Construyendo La Vida Que Soñamos

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Al dia siguiente es tan dulce volver a despertar acompañados.
Lucy Gray se cubrió con la sabana deshecha de la cama, mientras que Coriolanus se había levantado a ponerse ropa interior y a cerrar la ventana de su habitación.

~Abajo en el valle, más que un valle, un edén.
Entrada la noche, se oye el silbato del tren.
El tren, amor mío, escucha el silbato del tren...
Entrada la noche se oye el silbato del tren.

Dame una torre, mas alta que el cielo raso, para que pueda ver a mi amor a su paso.
Para verlo, amor mio, para verlo a su paso.
Para que pueda ver a mi amor a su paso.

Escríbeme una carta, llena de letras de un folio.
Ponle tu firma y la dirección de la cárcel del capitolio.
La cárcel del capitolio, amor mio, la cárcel del capitolio.
Ponle tu firma y la dirección de la cárcel del capitolio.

Las rosas son rojas, la violeta es azul.
Las aves del cielo saben que mi amor eres tú.
Lo saben, amor mio, saben que ÉL eres tú.
Las aves del cielo saben que mi amor eres tu. ~ le cantaba Lucy gray a Coriolanus en el oído a petición de él.

-Mi madre cantaba algo parecido a eso... Pero no lo recuerdo bien. - dijo Coriolanus abrazándose mas junto al pecho de Lucy gray.
-¿Tu madre también cantaba? - pregunto Lucy gray con curiosidad.
-Si, me cantaba a la hora de dormir... Por éso me molestó tanto que el decano Highbottom la haya llamado insulsa. - dijo Coriolanus sintiendo de nuevo esa ira recorrerlo.

Lucy Gray se dio cuenta y acaricio sus brazos.
-No le des importancia... Ese hombre no la conocía como tú. - dijo Lucy gray comprensiva.
-Lo sé... Pero sigue siendo un tonto. - dijo Coriolanus levantando su vista hacia su esposa.
-¿Que pasa? - pregunto ella con una sonrisa divertida mirandolo.
-Me estas malcriando... Me tratas como un niño, como mi madre me trataba.
Cantandome y abrazándome. - dijo él con una sonrisa.

-Eso no es verdad... Y tu lo sabes. - dijo ella haciéndolo reir.
-Me gustan tus dos maneras de amar... - dijo Coriolanus subiéndose encima de ella para besarla de nuevo, arrancandole las sábanas de encima.

-Ya basta. - decía Lucy gray riéndose divertida con Coriolanus cuando la besaba mientras caminaban hacia el comedor.
-Aún podemos regresar... - dijo Coriolanus levantándola del suelo delicadamente mientras la besaba y subía sus faldas.
-No, ya basta. - decía ella riéndose.
-Nos verá la abuelatriz. - dijo Lucy gray dejándose besar con una sonrisa.
Coriolanus la soltó y la dejó en el suelo.

-Tienes razón. - dijo Coriolanus haciéndola reir aun mas mientras caminaban tomados de la mano.
Tigris chilló de feliz al verlos juntos de nuevo.

-Debemos celebrar que ya todo está bien! - dijo ella tomando a Lucy gray de las manos.
-Lo haremos, pero antes debemos ir a conocer la mansión presidencial, hoy tenemos cita. - dijo Coriolanus.
-Hoy? - pregunto Lucy gray confundida.
-Si, hoy iremos a conocer antes de mudarnos ahí. - dijo Coriolanus mirando su piso con tristeza.
-Cosas del oficio supongo. - dijo Lucy gray sonriéndole amablemente.

Ese día fueron a conocer la mansión, y semanas después se mudaron allá.
Se acordó que Tigris y la abuelatriz irian a vivír con ellos, mientras remodelaban el piso y arreglaban algunas fallas.
La mansión era terriblemente enorme, pero Lucy gray la hizo cómoda dándole su toque.
Maude Ivory se mudó con ellos también, y era la más feliz de ver a Coriolanus todos los días.
-No! Tu perdiste! No sabes ordeñar a Shamus! - dijo riéndose la niña.
-Solo me enseñaste una vez! - se defendió Coriolanus haciéndola reír.

Prisión de por vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora