CAPITULO 6

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Quetzulkan, recién renovado por su curación, se elevaba majestuosamente en el cielo, sus alas batían con fuerza mientras volaba sobre los bosques circundantes al imponente Monte Targon. A pesar de la inmensidad de la montaña, se encontraba imbuido de una nueva determinación, alimentada por la leyenda de la Ascensión que envolvía aquel lugar sagrado.

Mientras surcaba los cielos, su mente divagaba entre las historias que había escuchado sobre los aspectos y la mítica prueba que ofrecían a los mortales valientes. ¿Qué pasaría si un dragón como él intentara ascender? ¿Le sería concedida la oportunidad de transformarse en un ser divino, o sería rechazado por su naturaleza no humana? Pero tales pensamientos debían esperar, pues su deber inmediato era regresar a su aldea y rendirle homenaje a su familia fallecida.

La distancia que separaba el Monte Targon de su hogar era considerable, y Quetzulkan sabía que el viaje sería arduo. Su mente se llenaba de preocupación al imaginar el destino de los cuerpos de sus seres queridos, temiendo que hayan sido consumidos por las bestias del bosque. Sin embargo, una chispa de esperanza se encendía al recordar la presencia de Akali, quien había estado a su lado durante la tragedia.

Pero el hambre lo acechaba, y aunque avistaba criaturas de gran tamaño entre los árboles, descubría que ninguna satisfacía su apetito. Los enormes animales, con sus cuerpos corpulentos y cuernos prominentes, parecían herbívoros, y aunque Quetzulkan lograba cazar algunos, su carne era demasiado fibrosa y su piel densa, lo que dificultaba su ingesta. A pesar de sus esfuerzos por cocinar la carne, el sabor resultaba insatisfactorio para alguien acostumbrado a manjares cocinados con esmero.

Con cada bocado, la sensación de insatisfacción crecía en él, recordándole que su transformación había alterado no solo su apariencia, sino también sus necesidades y deseos más básicos. La nostalgia por los banquetes de su aldea y las delicadas preparaciones de su madre se apoderaba de él, pero sabía que debía adaptarse a su nueva realidad si quería cumplir con su propósito.

Mientras volaba sobre los vastos paisajes de Runaterra, Quetzulkan reflexionaba sobre su situación. Aunque su cuerpo se había fortalecido con el poder de la curación, su mente aún se tambaleaba entre el deseo de venganza y el anhelo de paz. ¿Cómo podría encontrar la redención después de haber sucumbido al poder oscuro que lo había consumido durante tanto tiempo?


A medida que avanzaba, los paisajes cambiaban a su alrededor. Los bosques densos daban paso a praderas ondulantes, y a lo lejos, divisaba las siluetas de pueblos y aldeas. Sin embargo, sabía que no podía arriesgarse a revelar su presencia, al menos no hasta que encontrara una solución para su transformación.

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El sol ardiente se cernía sobre el vasto desierto de Shurima, envolviendo las dunas doradas en una bruma de calor inclemente. Quetzulkan, majestuoso y poderoso, descendió cerca del límite entre las verdes llanuras de Targon y la extensión sin fin del desierto. Con cada paso, el dragón se sentía más adaptado al abrasador ambiente, su piel escamosa resistiendo los embates del sol sin apenas inmutarse.

Su travesía a través del desierto fue una odisea en sí misma. Quetzulkan, sabio y cauto, evitó la mayoría de los asentamientos, temeroso de provocar problemas innecesarios. Sin embargo, entre las dunas yacía un mundo de misterio y maravilla, habitado por criaturas extrañas y sorprendentes.

Una de esas criaturas se cruzó en su camino en forma de una tortuga rodante. Aunque no podía hablar en el sentido tradicional, Quetzulkan sintió una conexión instantánea con ella, y su presencia fue un faro en la vastedad del desierto, guiándolo a través de sus laberínticos caminos de arena.

Pero no todas las criaturas eran amigables. Criaturas moradas, ferozmente agresivas y aparentemente tontas, se interponían en su camino. Ignorantes del temible aspecto de Quetzulkan, intentaban atacarlo cada vez que lo veían, sin comprender la futilidad de sus esfuerzos contra el imponente dragón.

"El Renacer en Runaterra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora