CAPITULO 12

10 1 0
                                    

El viento helado de Freljord azotaba con fuerza mientras Quetzulkan y Zoe avanzaban por el blanco y gélido paisaje. La reciente batalla en la Ciudadela de la Guardia de Hielo había dejado una mezcla de emociones en ambos, pero también una determinación compartida de prepararse para la inevitable liberación del Vacío.

Quetzulkan, un vastaya de aspecto imponente y ojos llenos de sabiduría y melancolía, observaba el horizonte con atención. Sus plumas brillaban ligeramente bajo la luz fría del sol, y su andar, aunque firme, reflejaba la experiencia de innumerables batallas y pérdidas. Zoe, la traviesa Aspecto del Crepúsculo, revoloteaba a su alrededor, sus risas cristalinas contrastando con el ambiente hostil. Su energía y vivacidad eran un contraste constante a la seriedad de Quetzulkan, y aunque a veces parecía distraída, sus ojos revelaban un profundo interés y preocupación por su compañero.

Aunque su corazón había sufrido antes, Quetzulkan se encontraba cada vez más conectado a la joven diosa. Zoe, por su parte, empezaba a notar algo diferente dentro de sí, un sentimiento nuevo y desconocido que no podía identificar del todo. La curiosidad y la emoción de la aventura habían sido su principal motor, pero ahora algo más se añadía a su motivación para quedarse cerca de Quetzulkan.

Mientras caminaban, el sonido de una caravana se hizo cada vez más claro. Quetzulkan frunció el ceño y aceleró el paso, seguido por Zoe que, con su habitual curiosidad, no podía esperar para ver quiénes eran. El eco de las voces y el crujido de los carromatos sobre la nieve resonaban en el silencio del paisaje.

Al llegar a la caravana, se encontraron con una cálida escena. Una mujer de aspecto fuerte y amable, rodeada de un grupo de viajeros y comerciantes, contaba historias mientras su pequeño hijo escuchaba con ojos brillantes. El niño saltaba emocionado de un lado a otro, mientras su madre, llamada Layka, mantenía a todos entretenidos con su narrativa.

Layka levantó la vista y sonrió al ver a los recién llegados. "¡Bienvenidos, viajeros! Uníos a nuestra fogata y descansad un poco del frío." Su voz era cálida y acogedora, como un refugio en medio del implacable clima de Freljord.

Quetzulkan y Zoe aceptaron la invitación y se unieron al grupo. Layka continuó contando historias, y el niño, con su gran imaginación y entusiasmo, no dejaba de hacer preguntas. Su espíritu jovial y curioso era un recordatorio de la inocencia que aún existía en un mundo lleno de conflictos.

"¿Has oído la historia de Ornn, el Herrero de la Montaña?" preguntó el niño con entusiasmo. "Dicen que su forja puede crear cualquier cosa, ¡incluso armas mágicas!"

Layka asintió, sonriendo. "Sí, Nunu. Ornn es uno de los semidioses de Freljord. Vive en lo alto de las montañas y rara vez desciende. Se dice que forjó las primeras armas de los campeones de Freljord y que su habilidad no tiene igual."

--------------------------

Zoe, fascinada por las historias de Layka, comenzó a sentir una extraña calidez en su interior. Cada palabra parecía resonar con algo profundo y oculto dentro de ella. Miró de reojo a Quetzulkan, quien escuchaba atentamente, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y esperanza.

"Y entonces," continuó Layka, "la joven guerrera y el espíritu del bosque se encontraron. Al principio, no sabían qué hacer con los sentimientos que nacían en sus corazones. Pero poco a poco, a través de aventuras y desafíos, descubrieron que lo que sentían era amor verdadero."

Zoe escuchó con atención. La historia de la guerrera y el espíritu del bosque la hizo pensar en su propia situación. Aunque no lo comprendía del todo, sentía que algo similar estaba ocurriendo dentro de ella. Quetzulkan, por su parte, sentía una resonancia especial con la historia. Había amado antes y perdido, pero ahora algo nuevo y hermoso parecía estar surgiendo.

"El Renacer en Runaterra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora