CAPITULO 2

104 5 0
                                    

En mi pueblo, en la región de Ionia, nacer con el nombre de Quetzulkan siempre ha sido algo inusual. Desde que tengo memoria, la serpiente ha sido venerada aquí como un símbolo de sabiduría y poder. Crecí rodeado de relatos sobre la grandeza de las serpientes emplumadas, seres mitológicos que se elevaban entre los dioses y los hombres.

Mi propia historia comenzó en un día caluroso de verano, cuando la luz del sol filtraba a través de las hojas de los árboles y los ríos serpentinos que surcaban nuestra tierra parecían cobrar vida con cada reflejo. Mi madre me contó que el día en que nací, una serpiente emplumada se posó en el umbral de nuestra humilde morada, como si estuviera bendiciendo mi llegada al mundo.

Desde entonces, mi vida ha estado marcada por una sensación de destino. A medida que crecía, sentía que había algo más grande esperándome, algo que estaba más allá de las fronteras de nuestro pequeño pueblo. Mis padres me contaban historias sobre los héroes que habían llevado el nombre de Quetzulkan en tiempos antiguos, y sentía que yo también estaba destinado a algo extraordinario.

A medida que pasaban los años, me sumergí en el estudio de nuestras tradiciones y mitos. Aprendí sobre la sabiduría de las serpientes emplumadas, sobre su capacidad para renovarse y transformarse. Me encontraba atraído por la dualidad que representaban, su capacidad para ser tanto criaturas de luz como de sombra.

Con el tiempo, me convertí en un líder en mi comunidad, buscando guiar a mi pueblo hacia un futuro de prosperidad y armonía. Aunque a veces enfrentaba desafíos y adversidades, siempre sentía la presencia de las serpientes emplumadas a mi lado, recordándome que estaba siguiendo el camino correcto.

Ahora, mientras reflexiono sobre mi vida y mis logros, sé que el nombre de Quetzulkan ha sido más que un simple título para mí. Ha sido mi guía, mi inspiración y mi destino. Y aunque el futuro pueda ser incierto, sé que siempre llevaré el espíritu de las serpientes emplumadas conmigo, listo para enfrentar cualquier desafío que se interponga en mi camino.

---------------------------------------

Desde joven, siempre supe que era diferente. Como vastaya, tenía un vínculo especial con la naturaleza y la magia que fluía a través de nuestra tierra. Mientras mis compañeros de pueblo se deleitaban en las enseñanzas de nuestros ancestros sobre el equilibrio y la armonía, yo sentía una conexión más profunda, como si la misma esencia de la naturaleza resonara en mi interior.

Descubrir mi talento para la magia fue un momento revelador. Desde que era niño, había sentido una atracción irresistible hacia los misterios del cosmos y las energías que lo impregnaban todo. Pronto me di cuenta de que tenía una habilidad excepcional para manipular estas energías, para dar forma a la realidad a mi alrededor de formas que otros solo podían soñar.

Pero mi conexión con la naturaleza no se limitaba solo a la magia. Desde que era joven, había sido consciente de una fuerza monstruosa latente dentro de mí, una fuerza que podía convocar en momentos de necesidad extrema. Era como si los mismos espíritus de la tierra y el cielo me otorgaran su poder, confiando en mí para proteger nuestro hogar y nuestro pueblo.

Además de mi fuerza y mi magia, descubrí que tenía una mente aguda y una capacidad excepcional para aprender y recordar. Podía absorber conocimientos con una rapidez asombrosa, memorizando cada detalle con una precisión fotográfica. Esta capacidad me permitió dominar las artes de la guerra y el combate con facilidad, a pesar de vivir en un pueblo pacífico.

Mi adaptabilidad también era una de mis mayores fortalezas. Podía cambiar y adaptarme a cualquier situación o entorno con facilidad, como si estuviera en perfecta armonía con el mundo que me rodeaba. Y mi resistencia a los venenos y enfermedades era legendaria entre mi gente, una bendición que me permitía enfrentar incluso a los enemigos más peligrosos sin temor.

"El Renacer en Runaterra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora