CAPITULO 14

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El viaje de Quetzulkan y Zoe por las tierras de Demacia los llevó a través de varios pueblos y aldeas, cada uno con su propia historia y misterios por descubrir. En su camino, se encontraron con personajes notables, algunos cuyos nombres resonaban en leyendas y otros que aún tenían que escribir su propia historia en las páginas del mundo.

En el primer pueblo que visitaron, fueron testigos de una disputa entre un noble demaciano y un guerrero audaz. La tensión en el aire era palpable mientras el noble defendía su honor y el guerrero desafiaba su autoridad. Quetzulkan y Zoe observaron desde la distancia, cautivados por la intensidad del momento y la determinación en los ojos de los contendientes.

Mientras continuaban su viaje, se encontraron con una anciana vidente que les habló sobre los antiguos secretos de Demacia y les advirtió sobre los peligros que acechaban en la oscuridad. Sus palabras resonaron en los corazones de Quetzulkan y Zoe, recordándoles la importancia de permanecer vigilantes en un mundo lleno de incertidumbre.

En otro pueblo, fueron recibidos con sospecha y desconfianza. Los habitantes miraban a Quetzulkan con recelo, sus ojos estrechándose ante la presencia de un vastaya en su pueblo. Zoe, con su magia palpable, también despertaba temores entre los lugareños. Sin embargo, su determinación por descubrir la verdad y ayudar a los demás no disminuyó, a pesar de las miradas de desaprobación.

Fue en uno de estos pueblos donde ocurrió un evento que cambiaría el curso de su viaje. Mientras Quetzulkan y Zoe se preparaban para continuar su camino, fueron testigos de un ataque sorpresa contra un grupo de nobles demacianos. La violencia estalló de repente, y entre el caos, Quetzulkan y Zoe vieron a un joven noble, rodeado por sus enemigos y en peligro inminente.

Sin dudarlo, Quetzulkan y Zoe intervinieron, luchando valientemente para proteger al noble y su séquito. Con sus habilidades combinadas, lograron repeler a los atacantes y salvar al joven noble de un destino oscuro. Cuando la batalla llegó a su fin, el joven noble se reveló como el príncipe heredero de Demacia, Jarvan.

"Gracias por su valentía y su rápida intervención," dijo el príncipe Jarvan, su voz resonando con gratitud. "Sin su ayuda, no sé qué hubiera pasado."

Quetzulkan y Zoe asintieron humildemente, sus mentes aún procesando la gravedad de lo que acababan de presenciar. Habían salvado a un miembro de la realeza de Demacia, un acto que no pasaría desapercibido en las tierras del reino.

"Serán recibidos con los brazos abiertos en Demacia," continuó el príncipe Jarvan, su mirada firme. "Cuenten con mi gratitud y mi protección mientras estén en nuestras tierras."

Con esas palabras, el príncipe Jarvan y su séquito continuaron su camino, escoltados por Quetzulkan y Zoe por un corto tiempo antes de despedirse y seguir sus propios caminos. Sin embargo, su encuentro con el príncipe Jarvan había dejado una marca indeleble en sus mentes, recordándoles la importancia de su misión y el papel que debían desempeñar en el mundo en el que se encontraban.

Mientras viajaban por las fronteras de Demacia, Quetzulkan y Zoe se encontraron con un paisaje devastado por la batalla. Los restos de una escaramuza reciente yacían esparcidos por el suelo, y en medio de la destrucción, encontraron a una figura solitaria.

Era una mujer, herida y exhausta, con una apariencia imponente y una fuerza que trascendía el caos que la rodeaba. Sus rasgos marcados por la lucha, y su mirada ardiente reflejaba una determinación indomable. Quetzulkan y Zoe se apresuraron a su lado, ofreciendo su ayuda sin vacilar. La mujer era Shyvana, una guerrera de fuego y acero, una figura legendaria en las tierras de Demacia.

"¿Estás bien?" preguntó Zoe, su voz llena de preocupación mientras examinaba las heridas de Shyvana.

Shyvana asintió débilmente, su mirada encontrándose con la de Quetzulkan con gratitud. "Gracias por su ayuda. Estoy en deuda con ustedes."

"El Renacer en Runaterra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora