Maryjo Lilac - Two Hearts
Kristen
Giovanni yacía entre mis brazos sin vida y mientras espera la ambulancia, los segundos se convirtieron en minutos y los minutos en horas.
No se cuanto tiempo pasó exactamente desde que le dispararon. Le abrazaba y le pedía que resistiera sabiendo que no podía escucharme.
La gente seguía murmurando y me hacían preguntas pero yo era incapaz de responder.
El móvil de Giovanni comenzó a sonar una y otra vez. Una mujer se acercó y contestó porque vieron que yo no lo iba a hacer.Pero antes que ella pudiera hablar y alejarse, la estire el móvil de la mano.
—¿Por qué coño no contestas las llamadas?
Yo no podía hablar y comencé a llorar otra vez mientras miraba a Giovanni.
—¿Qué está pasando?
—L-u-u-c-a —dije entre sollozosTraté de hablar cuando el sonido de las sirenas finalmente llegó a mi, puse el teléfono en mi bolsillo y me levanté rápidamente.
—Giovanni, resiste un poco, la ambulancia ya está aquí —le doy un beso en la frente.
La gente a nuestro alrededor se abrió paso cuando la ambulancia llegó a toda velocidad y los paramédicos bajaron del vehículo con rapidez.
Dos de ellos, un hombre robusto con una barba oscura y una mujer con el cabello recogido en una coleta, se apresuraron hacia nosotros, llevando consigo un equipo médico. Mis lágrimas nublaban mi visión, pero podía ver la seriedad en sus rostros.
—¿Qué ha pasado? —preguntó la paramédica mientras se arrodillaba junto a Giovanni.
—¡Le dispararon! ¡No tiene pulso! —grité, mi voz quebrada por el dolor y el pánico.
El paramédico comenzó a revisar rápidamente a Giovanni, buscando signos de vida. La mujer colocó dos dedos en su cuello, mientras el hombre aplicaba presión sobre la herida en el pecho, tratando de detener el flujo de sangre.
—¡No hay pulso! —dijo la paramédica, sacando una bolsa de reanimación y una máscara.
En un movimiento fluido y entrenado, los paramédicos levantaron a Giovanni y lo subieron a la ambulancia. Subí con ellos, agarrando su mano sin vida mientras cerraban las puertas y el vehículo se ponía en marcha hacia el hospital.
Dentro de la ambulancia, la mujer colocó la máscara sobre el rostro de Giovanni y comenzó a administrarle aire. El paramédico empezó a realizar compresiones en el pecho, su fuerza y ritmo precisos. Cada compresión hacía que el cuerpo de Giovanni se sacudiera, pero él no respondía.
—Vamos, Giovanni, aguanta. Por favor, no me dejes
—murmuré, con la voz ahogada por los sollozos mientras sostenía su manoEl tiempo parecía detenerse mientras los paramédicos trabajaban incansablemente, intercambiando compresiones y respiraciones. Sacaron un desfibrilador y rápidamente colocaron los parches en su pecho.
—¡Todos atrás! —dijo la paramédica y mi corazón dio un vuelco mientras retrocedía. Ella presionó un botón, y el cuerpo de Giovanni se arqueó con la descarga eléctrica.
Miré con esperanza, esperando ver algún signo de vida. Pero nada. Giovanni seguía inmóvil, su rostro pálido y su cuerpo inerte.
Repitieron el proceso, compresiones, respiraciones y otra descarga. Mis manos temblaban y el mundo a mi alrededor parecía desvanecerse en un torbellino de angustia y desesperación.
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Quizás en otra vida
RomanceDaphne Rossi es una chica cálida con mucha empatía y cariñosa que vivía con sus padres y su hermanita Dana en Francia. Pero lo que no sabía es que volverán a país natal y dejará todo atrás, sus amigos, su instituto y a su novio. Se irán a Italia don...