CAPÍTULO 20

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CAPÍTULO 20

EL Misterio de la magia

El palacio de Faes es conservador, pero muy hermoso a los ojos de quien ama mantener las tradiciones. Las paredes no desbordan oro ni candelabros de cristal, en lugar de eso sus paredes están pintadas de colores pastel, combinados entre el blanco, beige, amarillo, café y azul celeste, del techo cuelgan candelabros antiguos, y algunas paredes se mantienen de piedra. Los pasillos que conducen al comedor dónde se supone me espera la familia real están llenos de pinturas abstractas, lo curioso es que algunas cambian su forma en cuanto pasamos al costado de ellas. Una por ejemplo parecía un manojo de hierbas y colores tierra de lejos, pero en cuanto Yuri y yo pasamos una ojeada cambio mágicamente a un hombre con un parche en el ojo, barba abundante color café y un sombrero bastante llamativo con una pluma blanca, casi podría jurar que nos está observando. Algunos no se transforman en hombres si no en mujeres o animales que mayoritariamente tienen cuatro patas, y lo más estremecedor de todo esto es que la mayoría parece estarnos observando.

Bajamos por unas escaleras en forma de espiral hasta llegar a un corredor con vista al mar, al menos aquí no hay pinturas, pero sí hay luces mágicas color azul iluminando todo el corredor. La vista es maravillosa.

—Lori, la jefa de cocina me conto que el rey mando a preparar todo un festín para darle la bienvenida a usted y al príncipe, aunque claro más al príncipe...— comento Yuri. Puso una mueca pensativa y continuo con lo que no ha parado desde que salimos de la habitación: hablar— pero, aún no me ha contado cual se su relación con la familia real ¿le gustaría contarme?

Pregunto con una gran sonrisa, yo por mi parte retiré con la mayor educación posible mi brazo del suyo, y me detuve para mirarla de frente.

—Sí te soy sincera no, y sí no te molesta Yuri, me gustaría que hablaras un poquito menos ¿entiendes?

—Umm— paso sus dedos por su mentón haciendo un gesto pensativo— tendría que quitarle letras a las palabras y palabras a las oraciones, y líneas a los párrafos y argumentos a mis ideas y...¿está segura de que quiere que hable menos?

—Definitivamente— le aseguro.

—Está bien— contesto nuevamente con una sonrisa. Ella no se enoja, no se molesta, y definitivamente no me entendió.

Avanzo hacia el final del corredor caminando alegremente hasta que se detuvo frente a una gran puerta de mármol que estaba custodiada por dos guardias. Ellos deben ser parte del famoso ejército de Faes. Su presencia es imponente, su armadura de plata deja ver los músculos muy bien formados de sus brazos y piernas, son impresionantemente altos y fornidos. Ambos tienen cicatrices bastante pronunciadas y grandes, el de la derecha tiene dos cicatrices en forma de línea recta que bajan desde su frente hasta su mejilla, debió ser una herida profunda pero lo que más me sorprende es que aún conserve su ojo. El de la izquierda no parece tener ninguna en el rostro, pero hay varias que asoman desde su cuello hasta su mentón

—Y ya estamos aquí— anuncia Yuri deteniéndose a tan solo unos pasos de uno de los guardias—¡Hola Roland! — saluda alegremente al guardia frente a ella, quien simplemente la ignora. Yuri suelta un bufido por lo bajo y regresa la mirada hacia mi— que los gorilas no la asusten mi lady, siempre tienen el sello de la amargura en el rostro.

No digo nada, y me limito a asentir con la cabeza, no voy a mentir los guardias si causan algo de miedo, no solo por su abundante masa corporal y su altura, sino también por la forma en que nos observan, como sí Yuri y yo fuéramos un par de insectos que estorban en su campo de visión. Sé que debo estar más que acostumbradas a este tipo de miradas, pero viniendo de un par de gorilas a los que no puedo atacar en caso de ser necesario porque se supone que soy una simple chica débil y sin magia, me molesta y me tensa. Ahora entiendo porque Van se esmeró tanto en que aprendiera a defenderme sin magia.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora