CAPITULO 2

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Una mística criatura

Día 2 del mes de mayo, año presente. El palacio anuncia una gran noticia. La princesa Cordelia Scarleth Beaumont de Sunland se ha recuperado por completo de su enfermedad y está lista para asumir la responsabilidad que le heredo su padre. El reino debe prepararse para darle la bienvenida a la princesa como la nueva reina absoluta, dueña y señora de los cielos y el mar que nos rodea. La presentación de la princesa está prevista para el tercer día del mes entrante, todos deben rendirle homenaje y estar presentes al pie del balcón real para presenciar la belleza salud y fortaleza de su alteza.

Palacio

Mi cabeza da mil vueltas. Siento que me arde todo el cuerpo. Algo no está bien. Algo no parece normal.

Abro los ojos de golpe. Me encuentro recostada en una cama, muy cómoda para ser honesta, es suave y acolchonada, tal vez por eso debí haberme quedado dormida, pero ¿Cómo llegué aquí? Me incorporo, haciendo a un lado las sábanas que cubren mi cuerpo...me veo a mí misma y noto que ya no llevo puesto mi vestido azul —uno de mis pocos vestidos remendados — con el que se supone salí de mi casa, ahora llevo una bata de seda, debajo de ella un vestido de tirantes, de la misma calidad, que me llega hasta los muslos.

Como sí estuviera pasando una especie de trance doy unos cuantos pasos y observó a mi alrededor. Estoy en una habitación no muy amplia, de piedra, sus paredes parecen deterioradas. Supongo debe ser uno de los lugares con acceso restringido dentro del palacio. Mi mirada se detiene en una ventana considerablemente grande, en ella hay un par de cojines color purpura, cambio de rumbo mi mirada, más allá había dos puertas que se encontraban entre sí, ambas daban paso a un pequeño balcón. No las abrí, pasé de largo para encontrarme, con mi reflejo. No. El reflejo de Cordelia. Mi pecho empezó a subir y bajar más rápido de lo normal y mis pies no dejaban de acercarse a aquella cómoda de madera que reflejaba la imagen que altero mis sentidos.

Me senté desconcertada frente a ella en un pequeño taburete. Lentamente subí mi mano hasta mi rostro para tocar mi mejilla con cierto recelo. Me vi a mi misma aterrada. Mi cabello ya no era color negro como la noche, ahora era castaño oscuro, las raíces aún conservaban algo de negro, mientras que las puntas del ondulado cabello resplandecían en un castaño perfecto. Pero eso no era lo que más me desconcertaba...lo que más me desconcertaba era el color de mis ojos. Ese color miel, me desconcertaba por completo, puesto que mis ojos siempre fueron azules. Mis facciones como la nariz, labios, cejas y demás seguían siendo iguales, lo único que cambio fue el color de mis ojos y cabello, pero... ¿Cómo?

—¿Qué...? — solté en un medio balbuceo, más en ese mismo instante las puertas de la acogedora habitación se abrieron, dándole paso a la reina junto a cuatro muchachas que asumo eran parte de sus doncellas, puesto que llevaban una postura de sumisión y un vestido sencillo (sin tanto encaje, de mangas largas, escote cuadrado y un solo color: naranja). Gire mi rostro hacia ellas, estupefacta sin decir nada.

—Aquí la tienen. Resplandeciente como el mismo sol en un nuevo amanecer, totalmente recuperada —dijo la reina a sus doncellas sin despegar su mirada de mi. —Tienen el honor de ser las primeras en presenciar a la futura reina de Sunland, su alteza real, la princesa Cordelia.

Finalizo, haciendo énfasis en el nombre. En el nombre de su hija. Sin duda ella quería que yo empezara a sentir ese sentido de pertenencia hacia el nombre, pero sí el solo hecho de verme al espejo me daba fobia, no sé cómo haré para acostumbrarme al nombre.

Las doncellas al asumir quien era yo, se apresuraron a acercarse a mí y hacer una reverencia como símbolo de respeto. De manera que se pusieron de rodillas, para posteriormente apoyar su frente sobre sus manos previamente ubicadas de forma estratégica en el suelo frente a mí.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora