Capítulo 34

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CAPÍTULO 34

EL ANHELO EN SU MIRADA

—Esto es en definitiva, inaceptable. Indeseable. Usted es la reina de Sunland, sea cual sea su situación lo es —me señalo como un padre molesto a su hija con el dedo índice —y tú — señalo a Van, quien se limitó a rodar los ojos y cruzarse de brazos —no eres precisamente el rey de la oscuridad, pero eres un vampiro ¡Un vampiro! —

Yo hundí la cabeza entre mis manos, limitándome a obserbar el suelo mientras Frederick continuaba desahogándose. Todo este tiempo habíamos sido felices sin que nadie supiera de lo que sentíamos el uno por el otro, habíamos proyectado una imagen que según yo solo mostraba un agradecimiento mutuo.

—¿Ya terminaste? —la voz ronca de Van se hizo presente después de un par de minutos, cuando Frederick hizo una pausa para tomar aire.

Levante la cabeza para pasear la mirada entre ambos.

—Sabía que tu podías llegar a enamorarte de ella, lo temí desde el momento en que supe que estaban trabajando juntos. Tú, un vampiro, la representación viva o medio viva del sadismo, la maldad, y el egoísmo, estaba ayudando a nada más y nada menos que la reina de Sunland ¡Tu enemiga legitima! Le salvaste la vida más de una vez cuando tuviste la oportunidad de tomar su vida otras cuantas, y no solo eso, ni siquiera tomaste el elemento agua cuando aún estaba encapsulaso — Frederick solto un jadeo—Desde entonces vi venir tus sentimientos, pero ¿usted majestad? ¿usted se enamoró de él? Cuando le dije que sus sentimientos estaban en medio de una tormenta se lo dije para que aclarara sus emociones y pusiera todo en su sitio, no para que terminara poniéndolo todo de cabeza...

La mirada de ambos recayó sobre mí. Frederick horrorizado y Van expectante.

—¿Y qué? ¿Existe una regla en el protocolo para ser reina que lo prohíba? Frederick estás haciendo un drama enorme por algo tan pequeño.

—¿Pequeño? ¿Pequeño? ¿Majestad se da cuenta de lo que esta diciendo?

Solté un pesado suspiro antes de ponerme de pie y responderle.

—Sé lo que significa amarlo. Lo sé —me incorpore, y lo mire a los ojos con determinación — Lo sé y estoy dispuesta a correr el riesgo y enfrentarme a lo que sea. Y solo para que te quede claro no necesito tu aprobación ni la de nadie para sentirme libre de amarlo. Porque te guste o no lo amo, y contra eso ya nadie puede hacer nada.

Silencio. Silencio y más silencio.

Un silencio invadido por el bailar del fuego, el susurro del viento y el cantar de los animales nocturnos propios del bosque.

Frederick suspiro. Paso ambas manos por su cabello. Recogió las mangas de sus túnicas y poso las manos sobre sus caderas.

—Bien, majestad, sí esa decisión yo...yo la respeto. Estoy para acompañarla y servirle siempre, bien o mal yo la respaldare y acompañare en lo que usted decida. Y sí su elección es amar al vampiro, aunque no me guste para nada, que así sea. Ahora, sí me disculpa me retiro a seguir descansando. Mañana será otro día y yo no abre visto nada, todo habrá sido un sueño. Sí, como una pesadilla de esas que mi subconsciente bloquea para que yo no recuerde.

—Esta demente —dijo Van siguiéndolo con la mirada mientras volvía a meterse en su tienda.

—Y bastante —afirme yo —O se despertó sin saber que lo estaba.

—Quieres decir que se levantó, abrió los ojos y nos gritoneo estando dormido.

—Exacto.

Van soltó un bufido divertido.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora