CAPÍTULO 29

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CAPÍTULO 29

LA CAIDA DEL ALFA

La oscuridad y el frío me abrazan en un susurro despiadado de dolor y angustia. Angustia de no despertar, miedo de no vivir, dolor de no a ver culminado lo que empecé, lo que anhelé...hacer justicia.

Un susurro nostálgico recorre mi piel, alerta mis sentidos, pero no me devuelve a la luz...Estoy en un lugar vacío, lleno de telas blancas colgando como cortinas a mi alrededor de manera inconexa. Camino vestida completamente de blanco a través de ellas, son como un bosque brumoso que nunca se acaba. Llevo la mirada perdida, la piel en mis manos se ve más pálida, y aunque camino, yo misma no me siento dueña de mis actos...es algo extraño que no puedo explicar con exactitud.

Ni siquiera me siento a mí misma, ni siquiera creo estar respirando. El laberinto de telas se acaba, y frente a mi queda una pared con un espejo rectangular en el centro. La pared parece estar a varios metros de distancia, tantos que ni siquiera puedo ver mi reflejo en el espejo. Doy un primer paso fuera del laberinto de telas y las paredes a mi alrededor desaparecen por completo. El suelo que antes era solido se vuelve agua...agua cristalina que llega hasta mis tobillos, todo a mi alrededor se vuelve oscuro, la luz desaparece iluminando únicamente el espejo con bordes dorados. Parpadeo un par de veces e impulsada por una correntada de curiosidad camino hacia el espejo que levita en el aire.

Poco a poco me acerco más, y más...hasta que mi reflejo aparece frente a mi...O tal vez no.

La mujer en el espejo tiene mi rostro, mi mismo color de ojos, el mismo color de cabello, pero ella...ella lleva un frondoso vestido dorado —algo antiguo— en su mano lleva algo parecido a un báculo de luz, y sobre su cabeza...la corona con la piedra de sun.

Su expresión dura y su mirada fría me deja claro que no..., no soy yo.

El aura de este lugar, el espejo y la mujer en el, me hacen recordar el día..., el día en que Van me envío a través de un hechizo al puente entre la vida y la muerte.

Entonces, estoy en el puente entre la vida...y la muerte. ¿Lo estoy?

—¿Quién eres? —pregunto en un susurro débil se escapa de mi garganta.

—¿Yo? No, la pregunta aquí es: ¿Quién eres tú? ¿Qué crees que estás haciendo?

La voz de la mujer en el espejo retumbó como ecos en el agua a mi alrededor.

—Probablemente muriendo...—respondí con la mirada perdida.

—Levanta la mirada —exigió con voz tenue. Lentamente eleve la mirada hasta encontrarme con la suya. —Vamos, levántate, aún queda mucho por hacer, aún tienes que retomar el poder en el reino.

Al mirarla más de cerca, al oír su voz en un tono más neutro, mis sentidos lo recordaron...la silueta en el agua, la silueta que siempre está allí para prevenirme...es la mujer en el espejo.

—Lo he intentado, sabes que lo he intentado, pero me fie de un lobo y el me arrebato la vida.

—No. Él no te ha arrebatado nada...—me aseguro.

—¿Entonces que hago aquí? ¿Por qué no puedo despertar sino estoy muerta? —gruñí en un arrebato de desesperación.

—Porque tú no quieres hacerlo. Crees que ella gano, y eso te está matando. Pero no, ella aún no lo ha hecho, perder una batalla no significa perder la guerra. El elemento luz es la fuente de vida más poderosa por encima de los cinco elementos, y tú eres el único ser humano sobre los cinco reinos terrestres que lo posee...mientras el elemento no te abandone tú no morirás. Pero sí tu mueres el elemento te abandonará.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora