CAPÍTULO 27

67 11 75
                                    

CAPÍTULO 27

LA TRAMPA

—Te ves muy bien— le dije a Hansel. Estaba sentado en el barandal del balcón con la espalda apoyada en la pared, y una pierna flexionada sobre la que tenía apoyado un brazo. Llevaba el traje formal azul con hombreras doradas característico de su reino, cabello un poco desordenado, pero se veía...bien. Hansel es muy atractivo, y de alguna u otra forma fue...mi primer amor, pero ahora aquel remoto sentimiento estaba en el pasado, en mi corazón solo había espacio para Van, y se lo deje muy, pero muy claro antes de venir aquí. Llevaba un par de días sin hablar con Hansel, y también quería saber que tal había ido la cena, más exactamente sí ella había preguntado por mí. Frederick tenía aún más prohibido que yo salir de su habitación, la reina creé que lo asesino, y sí lo ve vivo, eso no nos traería varios problemas, e interferiría con nuestros planes.

La reina había llegado ya hace varias horas. Se reunió con la familia real de Faes en una cena de bienvenida y luego procedió a supuestamente relajarse y descansar del viaje en una habitación, la cual estaba en el ala oeste del palacio, en dirección contraria a la mía. Cuando la vi de lejos caminar por un corredor, sentí una leve punzada en mi espina dorsal, no miedo, no pánico...quizá ansiedad. El baile para celebrar el cumpleaños del rey sería mañana en la noche, tendría que ser muy cuidadosa las próximas veinticuatro horas, tendríamos que llevar a cabo el plan las próximas veinticuatro horas...un asesinato limpio, sin evidencia del autor, pero creíble y certero.

Al apoyarme de espaldas en el barandal del balcón una brisa fresca me removió el cabello. Llevaba un vestido blanco perlado con un escote recto, que dejaba a la vista el calón, la falda caía hasta mis tobillos y bailaba al ritmo de la brisa marina.

—Gracias...supongo— contesto dibujando una pequeña sonrisa en sus labios.

—¿Pasa algo? — quise saber al tiempo que rodeaba mi torso con mis brazos, la brisa era encantadora, sí, pero fría y me estaba erizando la piel. Hansel tenía una expresión abatida, poco común en él.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Tú no deberías estar en tu habitación? Con la reina aquí eso sería lo más cuerdo de tu parte— contesto después de soltar un pesado suspiro. No, algo no está bien, algo, algo lo está oprimiendo, incluso el brillo en su mirada estaba opaco.

—Yo pregunte primero, además solo quise saber cómo estabas, no creo que la reina sea tan tonta como para desplazar alguna fuerza extraña hasta mi habitación tan temprano, como mínimo esperara hasta la madrugada, supongo, pero tú, no te ves...como tú.

Recostó la cabeza con pesades sobre la pared a su espalda y dirigió su mirada hacia el cielo. Algo no estaba bien...ese no era el Hansel que yo conocía, o quizá solo este teniendo un mal día ¿no?

—No, porque tal vez, ya nunca pueda volver a ser el mismo...hace dos meses creí saber quién era, o hacia dónde quería ir, pero ahora...ahora estoy a la deriva, en medio de un mar, solo, con la mirada de todos sobre mi, con expectativas de algo que ni siquiera yo sé sí quiero— confeso sin bajar la mirada del cielo— pero...ya tendré tiempo para eso, mejor cuéntame tú...¿estás lista para mañana? ¿nerviosa acaso?

Bajo del barandal y se quedó de pie a mi lado. Le dedique una larga mirada mientras la brisa del mar le removía el cabello. Me lastima ver su expresión y saber el significado más allá de sus palabras. Ahora que los genes del lobo blanco habían despertado en él estaba obligado a muchas cosas, y entre ellas estaba el pelear por el título de príncipe heredero, sé que eso es lo que lo está mortificando, y lo peor es que la culpa recaía sobre mis hombros como la más tormentosa de las cargas, sí yo no hubiera aparecido él no estaría sufriendo...él no tendría que pelear.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora