CAPÍTULO 22

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CAPÍTULO 22

LA OSCURIDAD QUE NOS ACECHA

Desperté en mi habitación al día siguiente, con el sol golpeándome a la cara y Hansel sosteniéndome la mano. El dolor de cabeza se había ido, pero yo no sabía cómo había llegado hasta el palacio y menos hasta mi habitación.

—¿Te encuentras bien? — pregunta Hansel ayudarme a sentarme.

—Creo que si...— contesto entre dientes moviendo la cabeza de derecha a izquierda tratando de poner en orden mis pensamientos.

¡El calón!.

Es lo primero que se me viene a la mente. Bajo la mirada hacia mi cuello, y agradezco que siga allí. Suelto un suspiro aliviado, y me veo a mí misma con un vestido de dormir color beige. Levanto la mirada hacia Hansel quien me observa con el entrecejo fruncido, pero con preocupación desbordándole por los ojos.

—Malena— susurra pasándome un mechón de cabello detrás de la oreja para después acariciar mi mejilla y posar su mano en ella— mi Alena, ya te perdí una vez. No soportaría perderte una segunda, por favor evita el peligro, no quiero que desaparezcas otra vez.

Me susurra en un tono de voz casi quebradizo. Pasa su mano por detrás de mí nuca y me atrae hacia su cuerpo estrechándome en un abrazo que me deja desconcertada.

—Quiero que te quedes a mi lado para siempre, quiero cuidarte y protegerte...— me susurro sin soltarme. Subo mis manos lentamente hasta su espalda y le devuelvo el abrazo, con menos fuerza, pero lo hago. Hansel cree que puede construir una burbuja para protegerme, eso habla bien de sus sentimientos hacia mí, pero...eso imposible, podrá protegerme del mundo exterior pero jamás podrá protegerme de mi misma, menos del destino que ya aguarda por mí.

Es injusto, es muy injusto, porque yo no elegí nada aquí, yo solo acepté suplantar a Cordelia para darle una mejor vida a mi familia, no porque quisiera poder, y mucho menos porque quisiera atarme de por vida a Sunland y a su tan codiciado trono. Mi destino ya estaba escrito desde el momento en que pise el palacio y la piedra de sun me otorgo el elemento luz. Ese elemento más que magia o poder otorga una gran responsabilidad. Responsabilidad que estoy obligada a asumir, más sí quiero salvar a inocentes de las garras de la dictadura, pero aún mejor; voy a asumirla para mostrarle a Safiye quien soy yo, en quien me he combertido.

—Gracias, pero ya estoy bien— le susurro.

El abrazo termina cuando él se aleja sin bajar sus manos de mis hombros, clava la mirada en las sábanas y acto seguido vuelve a levantar la mirada. Sus labios se cierran en una dura línea y suelta todo el aire retenido en sus pulmones.

—Voy a arreglarlo, esta vez, sí voy a arreglarlo...cuando vuelva traeré noticias, buenas noticias— se levanta de la cama y camina hacia la puerta dando pasos hacia atrás— quédate aquí y descansa, Yuri vendrá cuando se recupere por completo.

No logro si quiera formular pregunta alguna cuando simplemente desaparece detrás de la puerta. Me quedo sola en la habitación con la única compañía del sol colándose a través de la ventana.

Hago a un lado el edredón que cubría mis piernas. Me siento al borde de la cama, y un mareo hace que me tambaleé en cuanto intento ponerme de pie.

El agua se fusiona con la tierra, la luz con el fuego y el aire con cualquiera, sí haces una fusión distinta debilitaras tu propio cuerpo y probablemente tu energía vital.

La silueta en el agua tiene mucha razón, a pesar de tener poca lógica de existencia. Mi cuerpo se debilito al intentar fusionar dos elementos, los utilice al mismo tiempo sin medir riesgos, pero al menos ahora sé cuáles funcionan juntos y cuáles no.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora