Leah
Azel no vuelve a por mí esa noche.
Para cuando mi habitación se ilumina con luz natural, estoy agotada y sintiéndome como una tonta. No es que crea que no tiene algo planeado, pero sea lo que sea, no parece tener prisa. Lo cual no me tranquiliza en absoluto sino que me pone aún más nerviosa. Que no hayan actuado en las primeras horas puede significar que están aquí para quedarse o que sus intenciones son tan complejas que tomará un tiempo llevarlas a cabo. Si es así, tengo la posibilidad de descubrir de qué se trata e impedirlo antes de que lleguen a ejecutar sus planes.
Me pongo unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes. Al instante vacilo por la elección de la ropa, no porque me avergüence mostrar mis cicatrices a mi supuesto nuevo hermano, sino porque no quiero que crea que soy débil. Me doy cuenta de que las vio en el cine y de que me dio a entender que sabe a qué se deben. Y lo cierto es que me conviene que cometa el error de creerme indefensa.
La puerta del dormitorio de Azel sigue cerrada y tengo la sensación de que va a dormir hasta tarde porque trasnochó y porque concuerda con su actitud de malote. No tengo ni idea de si es estudiante, tiene un trabajo o se dedica a algo en la vida falsa que se ha inventado. Tampoco si necesita dormir y comer, pero no me atrevería a hacerle preguntas que le confirmen al cien por cien que conozco la verdad. Aunque no se haya cortado en enseñarme que puede abrir cerraduras a distancia, tengo la sensación de que admitir abiertamente que se que no es mi hermano sería como arrancar el último cacho de uña cuando se ha roto encima de la carne y es lo único que protege la zona sensible.
Seth dijo algo sobre que no tenía permitido hacerme daño, pero tal vez esas normas de las que hablaba son distintas si demuestro ser un peligro para su misión. Por si acaso, continuaré haciendo el paripé de que creo que son humanos.
Voy en bicicleta a la biblioteca de la ciudad mientras pienso en cuánto tiempo durará esta situación y si se va a resolver antes de que empiece la academia. Me apacigua la esperanza de que desaparezcan de un día para otro, igual de rápido que han aparecido.
De primeras, no sé por dónde comenzar mi investigación. Después de pasar toda la noche enfocada en los alienígenas y no llegar a ningún sitio, decido cambiar de teoría y probar con la sección de ocultismo, ya que lo único que sé seguro de ellos es que poseen algún tipo de magia. El ocultismo se divide, a su vez, en un porrón de ramas como la adivinación, la alquimia y la astrología... Es como buscar una aguja en un pajar. Tomo un libro sobre algo llamado Wicca, que parece un poco más actualizado que el resto, pero aparte del uso de la magia no encuentro similitudes. Acabo por leer sobre ángeles y demonios, pero, al final, decido que Internet tiene información más variada.
Por si acaso, como no recuerdo qué reservas tenemos en la despensa, me detengo en el supermercado y compro ajo y sal a kilogramos. Me planteo hacerme con un arma afilada de plata e incluso ir a una iglesia a por agua bendita, aunque Dios no ha existido en mis pensamientos en muchísimo tiempo.
Regreso a casa frustrada y borracha de sueño. Me animo un poco al comprobar que Azel ha salido, y se me ocurre registrar su habitación. Tal vez tenga algo entre sus pertenencias que me dé una pista de su origen. Casi me río sola al imaginarme un dispositivo pequeño que se convierte en una nave espacial.
La puerta está entreabierta y solo tengo que empujarla para colarme en el interior. Está oscuro porque no se ha dignado a levantar la persiana. Seguro que lo ha hecho solo para dificultar mi labor, porque sospechaba que voy a registrarle. Cualquiera en mi situación lo haría. Solo por eso, deduzco que no ha dejado nada incriminatorio tirado por ahí.
No es un objeto lo que llama mi atención, sino el olor que percibo en el ambiente. Es el mismo que noté anoche en el aparcamiento y después, en su cercanía. Todavía no logro situarlo. Parece impregnar todas las cosas de Azel, en especial su ropa y su cama.
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El Lector de Pecados (Dark Romantasy)
ParanormalApareció con el ocaso, en una noche de calor infernal. Se hace llamar Azel y todo el mundo cree que es mi hermano. Me amenaza con una desalmada mirada azul eléctrico y abre cerraduras a distancia con el poder de su mente. Es un extraño y no es hu...