01. mi mejor amigo

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Después de más de veinte horas de viaje, entre transbordos y esperas en aeropuertos, al fin el avión aterrizaba en el aeropuerto de Saint Pratt, la ciudad natal de Constance

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Después de más de veinte horas de viaje, entre transbordos y esperas en aeropuertos, al fin el avión aterrizaba en el aeropuerto de Saint Pratt, la ciudad natal de Constance.

Saint Pratt guardaba las maravillas más hermosas, según Constance, playas de aguas cristalinas y cálidas, las montañas más verdes y frescas del mundo y los atardeceres más hermosos que ella había visto, como extrañaba estar en lo más alto de una montaña, mirando el sol sumergirse en el mar, era lo primero que haría al día siguiente.

Una vez maletas en mano se dirigió a la salida más próxima, donde sabía que su mejor amigo la estaría esperando, Tony o Toño, como ella le decía desde que eran pequeños, era desde siempre su mejor amigo, la persona que más la conocía, sabía que le podía contar lo que fuera y él jamás la juzgaría.

Caminó hacia la salida, emocionada por el reencuentro, a Tony lo veía más seguido, por su trabajo, él solía viajar bastante y siempre que podía la iba a visitar y pasar unos días con ella, pero desde ya casi un año que no se veían, y la estremecía y emocionaba poder estar en su hogar, con las personas que la hacían sentir feliz y segura.

Cuando al fin estuvo en el exterior busco con la mirada a su mejor amigo, no era difícil de encontrar, ya que era bastante alto, pero no lo vio por ningún lado, se le pasó por la cabeza que tal vez lo había olvidado, a tal vez solo estaba retrasado. Después de unos minutos lo vio a la distancia y lo llamó por su nombre.

—Antonio —levantó una mano para que él la viera entre la gente que salía y entraba del aeropuerto, enseguida se dio cuenta de su error, sin embargo, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, comenzó a reír, una risa entre nervios y unas ganas tremendas de cometer homicidio.

La risa de Antonio se escuchaba en todo el lugar, estaba feliz de tener a Constance de vuelta en Saint Pratt, pero sabía que esa sonrisa solo podía significar una cosa, lo quería asesinar.

Antonio sostenía en alto un cartel con el nombre de Constance, nada extraño en un aeropuerto, el detalle estaba en lo que ponía debajo del nombre "Brazzers", una página de contenido para adultos, él siempre había bromeado con hacer eso cuando ella volviera definitivamente a Saint Pratt, y vaya que sí lo había cumplido.

Sin embargo, y haciendo caso omiso a la vergüenza Constance corrió a los brazos de su mejor amigo, fue un abrazo acogedor y cálido, lleno de felicidad, aunque algo torpe, como solía ser Constance. Ambos estuvieron abrazados un buen rato, sin decir nada, entre ellos el no hablar no era algo incómodo.

—Estoy tan feliz que estés al fin de vuelta —dijo Antonio, rompiendo a la vez el fraternal abrazo— y por favor no me mates, aún soy muy joven —Constance miro el cartel que aún sostenía en su mano y le dio un golpe en el brazo.

—Había olvidado por completo que alguna vez habías dicho lo del cartel. Pero también estoy muy feliz de estar de vuelta en casa.

Antonio tomó una de las maletas, Constance la más pequeña y se dirigieron al auto de Antonio, un hermoso Audi plateado. Después de que guardaron las maletas, se subieron y Tony puso el auto en marcha, como siempre Constance se dio a la tarea de poner música, no importaba quien manejara ni de quien fuera el auto, ella se había autonombrado DJ de auto oficial.

—Tus padres se van a morir de la sorpresa —Tony tenía la vista fija en el camino y una sonrisa en los labios. Era un hombre atractivo, alto, negro, de labios voluminosos, solía raparse, decía que eso le daba un atractivo extra, solía llevar la barba corta y sobre todo era muy carismático, tenía un encanto especial, según le decía siempre Constance, podía conquistar a cualquier mujer, pero más que nada, caerle bien a cualquier madre.

—Espero que no, o este sería un regreso muy triste —ambos rieron—. Los extraño mucho, pero sobre todo me muero de ganas de conocer a mis sobrinos, no me perdono no haber venido antes.

—Cosa que me sorprende bastante ¿por qué no viniste? Ha pasado casi un año, me sorprende que tu hermana aún te hable.

—Tuve mucho trabajo, no me era posible venir y cuando tuve tiempo tomé la decisión de renunciar y volver, así que tenía que dejar todo listo para mi reemplazo, y también otras cosas —se encogió de hombros y miró sus manos, sintió como si algo dentro de ella se retorciera—. Además, ella lo entiende muy bien, aunque si al principio se sintió bastante dolida, lo importante es que ya estoy de vuelta.

—Sabes, incluso yo estuve en el hospital el día del parto, no no no no no —pronunció Antonio negando con la cabeza y riendo suavemente— qué mal comienzo como tía.

—Gracias por el consuelo, eso para nada me hace sentir peor —realmente algo en su interior se retorcía, Antonio no sabía lo mal que ella se sentía por no haber visitado a su hermana en el momento más importante de su vida, obviamente no se lo diría, sabía que Tony solo intentaba hacerla reír y también la quería molestar, así que fingió una sonrisa y lo miro intentando que no se notará su dolor, cosa que para Constance era casi palpable.

El resto del camino se fueron charlando trivialidades, ya tendrían tiempo al día siguiente para ponerse al día con las cosas importantes. Habían acordado que el primer día de Constance de vuelta en Saint Pratt lo pasarían juntos en las Montañas del Este.

Cuando llegaron a la Avenida de Palerm, luego de cruzar el Puente de Petrassi, en lugar de tomar a la derecha, Antonio tomó el camino en dirección al centro.

—Espero que no te moleste, necesito pasar a comprar unas cosas a la tienda de Fred, no alcanzaba antes de ir por ti al aeropuerto —puso una mirada como la del gato con botas, sabía que Constance se molestaría, pero no le reprocharía nada.

—Claro no hay problemas —en realidad lemolestaba un poco, no porque tuviera que ir de compras, sino porque realmentequería ver a su familia.

Doble o NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora