—Te lo agradecería mucho mis amigos se fueron y me dejaron aquí tirado.
—Vaya ¿Qué clase de amigos son esos? —dijo Constance riendo.
—Los mismos de siempre —Federico le dedico una mirada de complicidad a Constance—, pero no me dejaron, me quede ayudando a una amiga que tiene un puesto de artesanías, iba a tomar un taxi o algo así. Pero prefiero aceptar tu invitación.
—Perfecto entonces —Constance le lanzó las llaves de su Jeep y Federico las tomó en el aire—. Maneja tú, quiero disfrutar del paisaje.
—No hay problema, como en los viejos tiempos —dijo y le dio otra mirada de complicidad, Constance sabía perfectamente a que se refería.
Federico mantuvo las ventanas abajo, sabía que la noche y el aire fresco, eran algo que tenían un efecto revitalizador en Constance.
—¿Tienes planes para esta noche? —pregunto Federico.
—Tenía algunas cosas en mente, pero al fin no, nada —por al menos esta noche Constance desistiría de hablar con Antonio, había olvidado ir por el pescado al mercado y claramente no tenía intenciones de volver por ahí sola.
—¿Qué te parece si vamos por un café? —propuso Federico.
—La verdad estoy algo cansada, no tengo muchos ánimos de ir a un lugar a encerrarme —la verdad era que no quería ir a ningún lugar.
—Entiendo, ¿te parece entonces si vamos por un café y luego al parque?
—Si, esa idea me gusta, me hace falta distraerme un poco —Constance disfrutada del viento.
Pasaron a comprar a Timeless Coffee, dos cafés grandes y algo para comer, desde el almuerzo con sus padres Constance no había comido nada y ahora se daba cuenta de lo hambrienta que estaba.
—Hace mucho tiempo que no venía al parque, la verdad desde que volví —Constance sentía cierta nostalgia.
—Cuando me enteré de que estabas de vuelta, no me lo podía creer, creí que no volverías —y era cierto, Federico estaba sorprendido.
—Todos me dicen lo mismo, pero la verdad es que, siempre quise volver, este siempre ha sido mi hogar —era en parte verdad, en parte mentira, Constance ya se había hecho a la idea de que su vida estaría en Peter Sout.
—Bueno, si te soy sincero, me alegra que estés aquí. Te había visto a lo lejos y no me atrevía a acercarme —una amplia sonrisa se dibujó en los labios de Federico. Por un momento Constance recordó la figura que había visto la segunda vez que visitó la consulta de la Dra. Rossi y que luego desde la ventana había confirmado que se trababa de Federico—, y cuando te vi hoy, con tu Jeep haciendo sonidos de auxilio, fue la excusa perfecta.
—Me alegra entonces que mi Jeep ayudará en este encuentro —Constance sentía una sensación cálida en el pecho—, aunque me sorprendió bastante.
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Doble o Nada
RomansaCuando Constance tenía dieciocho años y persiguiendo la carrera de sus sueños, dejó atrás a su familia y amigos. Lo que no tenía planeado, era que su partida resultara tan prologada, y después de nueve años decidió regresar a su hogar, escapando de...