Cuando salió del consultorio Constance no estaba preparada para decirle a Tony donde se encontraba, así que subió a su Jeep y se puso en marcha hacia Timeless Coffee.
No dejaba de darle vueltas en su cabeza a los últimos acontecimientos, se preguntaba una y otra vez si estaba haciendo lo correcto, pero sobre todo si debía de mentir y ocultar, que para el caso era lo mismo, lo que le sucedía a todos sus seres queridos, pero, por otro lado, no era el momento de confesarles la verdad, no aún.
Estacionó su Jeep cinco para las doce y se dispuso a esperar a Tony, este no tardó en llegar, ambos se bajaron de sus respectivos vehículos para saludarse.
Cambiaron las cosas del pícnic a la camioneta de Antonio, él también llevaba algunas cosas, una especie de mantel o manta para poner en el suelo y cosas para comer. Se subieron al vehículo y Antonio se puso en marcha. Después de unos cuantos kilómetros en silencio, Antonio no aguanto más.
—¿Qué es eso que te tiene tan ensimismada? —preguntó lleno de duda.
—No es nada, solo estoy disfrutando del paisaje —tenía una sonrisa triste en los labios y un nudo en la boca del estómago.
—Llevas la mitad del camino mirando tus manos, qué manera tan interesante de disfrutar el paisaje —Antonio era paciente, sabía que desde que llegó, algo daba vueltas constantemente en la cabeza de su mejor amiga.
Intentó reír, pero más bien fue una risa nerviosa, una que no quería permitir que saliera todo lo que había en su interior— es cierto, estoy algo distraída lo siento ¿Qué es lo que tenías que hacer hoy más temprano? —preguntó en un primer intento de desviar el tema.
—Tenía que ayudar a mi padre con unos documentos, algo para una nueva campaña —Constance asintió, distante de aquella conversación— ¿Me dirás entonces que es lo que te pasa?
—Ya veo, ¿algún cliente nuevo? —Antonio negó con la cabeza— Y no me pasa nada, es decir, me siento un poco cansada, han sido muchas emociones en muy poco tiempo, supongo que el jet lag tampoco ayuda mucho —segundo intento, al parecer este si funcionaría.
—Está bien, no te creo y sé que lo sabes, pero si no estás preparada para hablar del tema lo respeto, y cuando quieras, puedes o lo necesites, aquí estoy ¿lo sabes verdad? —había verdadera preocupación en la voz de Antonio, Constance agradeció internamente lo comprensivo que era.
—Lo sé y te lo agradezco, es solo que es difícil volver e intentar hacer que todo esto, digamos que es un proceso de adaptación —no estaba segura de que sí lo decía más para Tony o para sí misma, pero de algún modo era verdad.
—Venga pon música en lo que llegamos —y fue lo que hizo, poner una playlist cualquiera e intentar despejar su mente de los acontecimientos ocurridos en el consultorio.
Había un lugar especial en la inmensidad de las montañas, era a ese lugar a donde se dirigían, no era necesario que lo dijeran, ambos lo sabían, una montaña alejada a unas horas dos de viaje, en donde al menos media hora era a pie, con una vista única al Mar Argento.
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Doble o Nada
RomanceCuando Constance tenía dieciocho años y persiguiendo la carrera de sus sueños, dejó atrás a su familia y amigos. Lo que no tenía planeado, era que su partida resultara tan prologada, y después de nueve años decidió regresar a su hogar, escapando de...