08. un día caótico, parte uno

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Constance no lo sabía, pero aquel lunes sería el más caótico de su vida de vuelta en Saint Pratt

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Constance no lo sabía, pero aquel lunes sería el más caótico de su vida de vuelta en Saint Pratt.

Esa misma tarde tenía una nueva sesión con la psicóloga y esperaba, aunque sin muchas esperanzas, que no resultará tan abrumadora como la última, a pesar de todo se sentía cada vez mejor, mejor por poder desahogarse, por poder contar todo lo que había vivido y sus verdaderos motivos para estar de vuelta en su hogar.

Aún no encontraba trabajo, se había presentado a un par de entrevistas, pero no había concretado nada, de momento había aceptado la propuesta de Antonio de hacer trabajos esporádicos para la empresa de publicidad de su padre, le pagaban bien, lo suficiente como para no depender del todo de sus propios padres.

Esa mañana luego del desayuno se dirigió al centro, tenía una cita con Max, para ver un departamento.

—Hola Max ¿cómo estás? —lo saludó Constance, cuando llegó junto a él, ambos se encontraron a los pies de un edificio a unas cuantas manzanas del centro de Saint Pratt, no tan lejos, lo suficientemente cerca como para poder desplazarse a pie.

—Hola Constance, bien ¿y tú? —preguntó Max, Constance asintió a modo de respuesta—, creo que realmente este es el lugar para ti ¿vamos? —juntos entraron al edificio, era antiguo y acogedor, le dio una muy buena primera impresión.

—Es muy lindo —comentó Constance que miraba en todas direcciones, el vestíbulo era amplio y muy luminoso, tenía la recepción de un lado, con un conserje con el que Max hablaba sobre el motivo de su visita, del otro lado tenía una estancia con amplios sillones.

—Constance, sigamos —le informó Max—, todo el edifico tiene un aspecto clásico, fue restaurado hace algunos años y lo mantienen muy bien, los colores son sobrios, pero acogedores —se subieron al ascensor y Max presiono el número cinco, el último piso—. Cuando lo restauraron instalaron el ascensor, por eso de la plusvalía. Cada piso tiene tres departamentos muy amplios, a excepción de la primera planta, que tiene solo un departamento, los otros dos fueron eliminados, para hacer espacio para la recepción —Max como buen corredor de propiedades comentaba cada detalle del edificio, cosa que Constance agradecía, quería saber todo del que podría ser su nuevo hogar.

—Me encanta, es precioso y agradezco que tenga ascensor, no me imagino subiendo las compras cada vez por las escaleras —bromeo Constance, aunque en parte tenía razón.

—Es un gran plus y muy práctico sin dudas —comentó Max—. Es este de aquí —dijo señalando una puerta—, el quinientos seis ¿entramos? —Constance lo siguió al interior del departamento.

Era amplio y luminoso, lo primero que llamó su atención fueron los grandes ventanales que daban a la calle, iluminaban perfectamente la cocina y la sala.

—La cocina es preciosa y la isla, me encanta —Constance estaba enamorada del lugar, donde fuera que posará sus ojos quedaba encantada.

—No hay mucho espacio para un comedor muy grande, pero la isla apaña bastante con esa función —era el único detalle que Max había encontrado, y estaba seguro de que a Constance no le importaría y así fue.

Doble o NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora