Ya no había nada que ocultar, a la mañana siguiente de la confesión, Clara y Fermín llamaron a Sophie para contarle todo lo sucedido, Constance está segura que su hermana sería igual de comprensiva que sus padres y así fue. Hubo muchas lágrimas, la culpa que Constance sentía persistía y sabía que no desaparecería hasta que hablara con Antonio y lo tendría que hacer esa misma noche, no lo podía dejar fuera de esto, sentía y sabía que él era a quien más necesitaría, sobre todo teniendo en cuenta que se irían a vivir juntos. Tendría que cancelarle a Federico, en aquel momento ese era el menor de sus problemas.
Aún había tantas cosas en su vida, era difícil hacer una lista y era aún más difícil organizarla.
Hablar con Antonio.
Cancelar a Federico.
Llamar a Max por lo del departamento.
Hacer todo el papeleo.
Llamar a la Dra. Rossi.
Seguir con su vida.
Evitar en todo momento a Paolo, pero ¿Cómo? ¿Cómo evitar a una persona en una ciudad como Saint Pratt?
Si bien Saint Pratt no era pequeño, Paolo conocía todos los lugares que Constance solía frecuentar, no sería fácil.
A media mañana Constance y Sophie salieron a montar, necesitaban tener una conversación de hermanas.
—¿Por qué nunca nos dijiste nada? —cuestiono Sophie—. Siempre has sido una mujer muy inteligente, sabes que sin importar nada puedes contar conmigo, con tu familia.
—Lo sé, es solo que, en ese momento estaban pasando tantas cosas. Era una pequeña bola de nieve que rodó colina abajo y de pronto era demasiado grande —Constance pensó un momento, en cómo explicar lo que sentía en ese entonces, ahora parecía tan lejano—. De verdad creía lo que él me decía, o al menos una parte de mí lo creía y esa parte se apoderó de todo lo demás, nunca me había sentido tan miserable.
—Te amo ¿lo sabes verdad? —Sophie sentía tanta impotencia, se había centrado tanto en su propia vida, en su esposo e hijos y sentía que había dejado de lado a Constance.
—Y yo te amo a ti, y Sophie —ambas se miraron desde arriba de sus caballos—, no hay nada que tú o nuestros padres pudieran haber hecho, no hay nada que nadie pudiera haber hecho, solo yo.
—No, claro que no, debimos notarlo, notar algo, lo que fuera —Sophie hablaba con energía.
—Nada —interrumpió Constance—, no había nada que notar, yo me encargue de eso, de fingir, mentir y ocultar lo que estaba pasando, tenía demasiado miedo, y me escondía en mi trabajo, me escudaba en eso, decir que tenía demasiado que hacer, mucho en la cabeza. No había forma de que lo notaran.
Sophie seguía creyendo que podría haber hecho algo, pero sabía en el fondo que Constance tenía razón, siempre había sido muy buena, para su propio bien, ocultando las cosas. Si alguien sabía algo o conocía algún sentimiento o pensamiento sobre Constance era porque ella así lo decidía, todo lo demás eran conjeturas o habladurías.
ESTÁS LEYENDO
Doble o Nada
RomanceCuando Constance tenía dieciocho años y persiguiendo la carrera de sus sueños, dejó atrás a su familia y amigos. Lo que no tenía planeado, era que su partida resultara tan prologada, y después de nueve años decidió regresar a su hogar, escapando de...