Capítulo 6

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Casi fallezco allí mismo. Me alejé asustado y arrugué la frente, se apoyó en la mesa esperando una respuesta de mi parte y observé su curvado y deseoso cuerpo antes de mirar nervioso a todos los rincones de la zona.

-¿Lo prometes?

Asintió.

-¿Lo que quiera?

Volvió a asentir.

A pasos rápidos cogí su bolso que estaba colgado del perchero y volví a ella para llevármela agarrada de la mano.

-¿A dónde vamos?- la escuché decir.

-Qué bien nos vamos a llevar.

-Estás muy convencido.

Cuando llegamos al pasillo de los servicios había gente entrando y saliendo a pesar de la hora, así que nos detuve y Hanae chocó con mi espalda.

-Disculpa- respondí dándome la vuelta para verificar que estaba bien.

-¿Qué pasa?- preguntó tocándose el pecho dolorido -¿hay que esperar?

La apoyé en la pared y coloqué la mano a un lado de su cuello.

-No.

Volví a besarla y me respondió gustosa, apoyó sus manos en mis lumbares y se abrió paso con la lengua, tenerla ansiosa fue algo que me encendió bastante. Me encantaba sentir el intercambio de salivas, pero no fue hasta que empezamos a frotarnos que supe lo que la necesitaba, la agarré fuerte del culo y comencé a amasar su glúteo sin separarme de su boca. Y tras unos besos más sentí que mi pene iba a reventar si no se la metía, y entre roce y roce Hanae llevó una mano al bulto para masajearlo fuerte. Me separé de sus labios y la agarré fuerte del cuello para que me mirara.

-Uy uy uy- sonrió sin detenerse -¿qué haces?

Mientras cerraba los ojos atrapado por el placer me mordió el labio inferior.

-Estás jugando demasiado.

La cogí de la mano y la llevé al servicio, cuando me puse a mirar si había alguien Hanae se acercó a las encimeras de los lavabos a buscar algo en su bolso. Cuando comprobé que todo estaba vacío me acerqué a la puerta de los aseos y la atasqué con una cinta que solía llevar junto a las llaves.

-¿Siempre llevas eso?- preguntó a mi lado.

Cuando la miré me entregó un preservativo.

-¿Siempre llevas esto?- pregunté al cogerlo.

Me besó desesperada y la llevé como pude hasta los lavabos para apoyarla de pie en la encimera, donde volvió a acariciar mi dureza mientras le quitaba la camiseta corta que tenía atada en el pecho y mientras metía su mano en el pantalón tras haberme bajado la cremallera. No sé quién de los dos estaba más desesperado pero yo iba a empezar ya.

-Estás bastante duro para unos besos.

Me alejé para regular la respiración y aprovechó para tocar mi abdomen cuando llevé la mano a su entrada.

-¿No estás muy mojada para decir eso?

Aparté despacio sus manos de mi cuerpo y me arrodillé delante de ella, le levanté el vestido, le separé los muslos y fui besando su ropa interior antes de apartarla.

-Pensaba que lo de arrodillarte era metafórico- pasé los dientes por sus labios y me empujó la cabeza hacia un lado -idiota.

Con una sonrisa aparté la tela y pasé un par de dedos por sus pliegues antes de darle una lenta lamida, provocando que un leve escalofrío sacudiera su cuerpo. Se apoyó sobre sus manos para mantenerse erguida y me dejé la lengua en su clítoris, chupando una y otra vez, escuchando los jadeos que salían de ella cada vez que sus fluidos y mi saliva se mezclaban en su muy lubricada y preparada intimidad.

ANHELOS AL SUSPIRAR - BAJIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora