Al llegar guardamos los cascos, cogí la mochila, y mientras subíamos en el ascensor nos mantuvimos en el silencio más incómodo.
-Bueno- dijo alegremente -¿qué te gusta cenar?
-¿Tienes los ingredientes para hacer Yakisoba?
-Ehh... yo diría que sí.
-Entonces te prepararé uno a mi estilo.
-Además de hada madrina también eres chef privado, es como si me hubiera tocado la lotería.
Salimos del ascensor y abrió la puerta de su casa con un poco de nervios. Cuando entramos me dijo que podía dejar las cosas en su cuarto pero ni lo había visto.
-¿No te hice un tour?- preguntó desorientada.
-No, y yo tampoco te hice uno.
-Somos unos pésimos anfitriones- colgó el bolso en el perchero de la entrada -sígueme.
Cuando llegamos a la habitación me enamoré, era de un blanco suave muy relajante con algún rojo intenso, y olía a cereza, como ella.
-Me encanta.
-¡Y mira!
Corrió a la cama y desplegó de la pared un velo que la rodeaba.
-¿Es un mosquitero?- bromeé.
-Una alcoba- alzó las cejas -de princesa.
-Todas queréis algo así.
-Todos queremos algo así, pero algunos tenéis masculinidad frágil.
Dejé la mochila y me acerqué despacio hasta abrazarla.
-¿Crees que tengo masculinidad frágil?
Apoyó las manos en mi pecho.
-No.
Me incliné y nos besamos, necesitaba comerle la boca, la agarré tan fuerte del culo que estuve a nada de levantarla del suelo pero me empezó a empujar poco a poco.
-Baji- la volví a besar -Baji- siguió apartándome.
-¿Qué?
-Tengo que ducharme- fruncí el ceño -es que después de trabajar siento que huelo a hospital.
-No, no, hueles muy bien.
-Es una manía- explicó disgustada -sino no estoy cómoda.
-Vale- la solté -entonces voy a... empezar con la cena.
-No tardaré.
Me había hecho a la idea de hacerlo después de la cena, así que me puse manos a la obra y tras arrasar con la nevera empecé a picar las verduras. Entonces la escuché llegar y levanté la cabeza para mirarla, venía con una bata bastante corta y el pelo recogido, no se lo había lavado. Dejé el cuchillo y me lavé las manos.
-Espero que tengas hambre.
-Oye- se llevó las manos a la espalda y cruzó las piernas -he pensado que estando ya desnuda... para qué voy a vestirme.
Me acerqué y la agarré de la mano para llevarla rápido a la habitación, la senté en la cama y me desaté el pantalón para estar iguales mientras la veía gatear hasta la almohada, cuando me quité la camiseta se mordió el labio. Rodeé la cama y me tumbé a su lado abrazándola por la cintura.
-¿No te quitas todo?- preguntó ansiosa.
-Tú no te has quitado la bata- sonreí sintiendo sus caricias en mi torso -¿te gusta?
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ANHELOS AL SUSPIRAR - BAJI
Fiksi PenggemarEl pasado que comparten lo atormenta. El presente los vuelve a juntar y ninguno está dispuesto a desaprovechar la oportunidad de superarlo. ¿Podrán cicatrizar sus recuerdos? (Ver. Baji adulto)