Capítulo 14

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Al llegar guardamos los cascos, cogí la mochila, y mientras subíamos en el ascensor nos mantuvimos en el silencio más incómodo.

-Bueno- dijo alegremente -¿qué te gusta cenar?

-¿Tienes los ingredientes para hacer Yakisoba?

-Ehh... yo diría que sí.

-Entonces te prepararé uno a mi estilo.

-Además de hada madrina también eres chef privado, es como si me hubiera tocado la lotería.

Salimos del ascensor y abrió la puerta de su casa con un poco de nervios. Cuando entramos me dijo que podía dejar las cosas en su cuarto pero ni lo había visto.

-¿No te hice un tour?- preguntó desorientada.

-No, y yo tampoco te hice uno.

-Somos unos pésimos anfitriones- colgó el bolso en el perchero de la entrada -sígueme.

Cuando llegamos a la habitación me enamoré, era de un blanco suave muy relajante con algún rojo intenso, y olía a cereza, como ella.

-Me encanta.

-¡Y mira!

Corrió a la cama y desplegó de la pared un velo que la rodeaba.

-¿Es un mosquitero?- bromeé.

-Una alcoba- alzó las cejas -de princesa.

-Todas queréis algo así.

-Todos queremos algo así, pero algunos tenéis masculinidad frágil.

Dejé la mochila y me acerqué despacio hasta abrazarla.

-¿Crees que tengo masculinidad frágil?

Apoyó las manos en mi pecho.

-No.

Me incliné y nos besamos, necesitaba comerle la boca, la agarré tan fuerte del culo que estuve a nada de levantarla del suelo pero me empezó a empujar poco a poco.

-Baji- la volví a besar -Baji- siguió apartándome.

-¿Qué?

-Tengo que ducharme- fruncí el ceño -es que después de trabajar siento que huelo a hospital.

-No, no, hueles muy bien.

-Es una manía- explicó disgustada -sino no estoy cómoda.

-Vale- la solté -entonces voy a... empezar con la cena.

-No tardaré.

Me había hecho a la idea de hacerlo después de la cena, así que me puse manos a la obra y tras arrasar con la nevera empecé a picar las verduras. Entonces la escuché llegar y levanté la cabeza para mirarla, venía con una bata bastante corta y el pelo recogido, no se lo había lavado. Dejé el cuchillo y me lavé las manos.

-Espero que tengas hambre.

-Oye- se llevó las manos a la espalda y cruzó las piernas -he pensado que estando ya desnuda... para qué voy a vestirme.

Me acerqué y la agarré de la mano para llevarla rápido a la habitación, la senté en la cama y me desaté el pantalón para estar iguales mientras la veía gatear hasta la almohada, cuando me quité la camiseta se mordió el labio. Rodeé la cama y me tumbé a su lado abrazándola por la cintura.

-¿No te quitas todo?- preguntó ansiosa.

-Tú no te has quitado la bata- sonreí sintiendo sus caricias en mi torso -¿te gusta?

ANHELOS AL SUSPIRAR - BAJIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora