El pasado que comparten lo atormenta. El presente los vuelve a juntar y ninguno está dispuesto a desaprovechar la oportunidad de superarlo.
¿Podrán cicatrizar sus recuerdos?
(Ver. Baji adulto)
Un par de rondas después algunos chicos empezaban a fijarse y me encaré molesto cuando tres adolescentes se detuvieron detrás de nosotros.
-¡¿Se os ha perdido algo?!
Se largaron corriendo.
-¿También los conoces?
Me preguntó con la bola en las manos. No pude fingir más y me quité la chaqueta al levantarme para atársela en la cintura.
-¿Qué haces?
-Así estás más guapa.
-Permíteme dudarlo.
-Oye.
-¿Qué?
Miré incómodo a los lados, no quería decirlo.
-Es que cuando lanzas... el vestido no deja mucho a la imaginación.
-¿A qué te refieres?
-A que cuando te inclinas- elevé las cejas intentando no acabar la frase.
Al entenderme se sorprendió de la peor manera y me pasó la bola para sentarse.
-¿Mucho?
-No, no.
Me senté con ella.
-Joder- sonrió avergonzada -es que no pensé que iba a tener que agacharme.
-Lo siento, la próxima vez te haré saber el plan.
-¿Quieres volver a verme?- preguntó con burla.
Sabía que lo decía para reírse de mí pero no me importaba.
-Sí.
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-¿Y entonces cómo te organizas?
-Voy a clase por las mañanas.
-¿Y el trabajo?
-Por las tardes. Lunes en la tienda, martes entrenamiento, miércoles tienda, jueves entrena, viernes nada, y el sábado tengo entrenamiento por la mañana y la tienda por la tarde.
Hanae me miraba sorprendida mordiendo la pajita.
-Eso es imposible, no te creo.
-Hago veinte horas en la tienda y nueve en el dojo.
-¿Y cuándo estudias?
-Suelo reservar los domingos y los días de entrenamiento. Porque en la tienda me paso entre seis y ocho horas y me quita mucho tiempo.