Capítulo 31

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Avery Hearts

Coloco los cascos en mis orejas, impidiendo que el sonido de la pistola me cause un mayor daño en mis oídos. Mis piernas están separadas, en la posición adecuada para disparar. Mantengo mis brazos rectos, bien alineados hacia esa figura que localizo a varios metros de mí. Mis manos sostienen el arma con fuerza, mi dedo índice roza el gatillo antes de apretarlo. Contengo mi respiración y tan solo clavo mi mirada en esa silueta.

Primer. Segundo. Tercer disparo en el corazón.

Cuarto. Quinto. Sexto en la cabeza.

No he fallado ninguno.

Vuelvo a cargar el arma, metiendo las balas en el tambor y repito el procedimiento. Afino mi puntería, platicando contra esas figuras que están a diferente distancia. Disparo a todas las que localizo. Una bala en la cabeza, dos en el corazón.

Ir al campo de tiro me ayuda a despejar la mente, a desahogarme, a sentir que todavía tengo un buen control sobre mí misma y sobre las armas que puedo manejar.

Llevo desde los trece años practicando. Me traía Ewan a estos lugares. Él pensaba que estaba en peligro de muerte tras haberme enfrentado a Demian, por ello se vio obligado a traerme a este lugar. Se alivió al comprobar que mi puntería era buena y que no me temblaba el pulso al apretar el gatillo.

Ojalá haber tenido una pistola en aquel entonces para matar personalmente a ese monstruo. Lo miraría a los ojos y le dispararía en el corazón. Disfrutaría de su muerte con cada milésima de segundo que estuviera moribundo. Me habría gustado que no muriera de una manera tan simple. O al menos, preferiría haberlo asesinado yo misma.

Siempre recordaré lo que le hizo a mi madre. Siempre recordaré sus ojos grises. Siempre recordaré cada una de las palabras que me dijo. Siempre recordaré las decenas de víctimas que pudimos salvar y no hemos salvado.

Por culpa de Theodore.

Pudimos haber detenido al líder de La Red e impedir que fuera a más. Ahora no sabemos quién está al mando y tampoco si hay más socios involucrados.

Vacío el cargador del arma contra una de las siluetas, apuntando al pecho y apretando seis veces el gatillo, quedando sin munición en menos de tres segundos.

Una mano de posa en mi hombro. Al girarme contemplo la mirada cálida de Ewan, y toda esa ira que comenzaba a sentir, se disipa. Me quito los cascos, depositándolos sobre la mesa, junto al arma.

—Sabía que te encontraría por aquí —comenta.

—No tengo otro sitio al que acudir, fue fácil deducir dónde estaría —suspiro—. ¿Se sabe algo de la muerte de Lilith?

—Han investigado su teléfono, no hay ninguna información importante en él.

—¿Ninguna conversación con Dash?

—Ninguna, Avery. Lo he estado revisando personalmente y no había nada que esté relacionado con él. Puedes estar tranquila.

—Eso me inquieta más —confieso—. Sé que tú confías en él, pero yo no.

—Lo sé y te comprendo.

—Está bien.

Solo digo esas dos palabras, no tengo nada más que decir. Sinceramente no me apetece hablar de Dash. El crimen de Lilith y su actitud me han confundido bastante por las incoherencias que hay dentro del asesinato.

Nada que vincule a Dash en el móvil de Lilith. Ningún mensaje, ninguna llamada.

Vínculo cercano a la víctima. Era su expareja, se arriesgaría demasiado al matarla.

Los crímenes de Dash [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora