Capítulo 70

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Dash Lombardi

Mi vehículo quedó tirado en una finca abandonada en la que solo había hierbas lo bastante altas para ocultarlo. Recuerdo caminar hasta la estación de autobuses más cercana, tirando mi móvil a una de las papeleras de esa ciudad de paso. Estuve varias horas en ese autobús hasta llegar a este pueblo, ocultando mis ojos de diferente color con las lentillas de color café. Con una pequeña mochila improvisada en la mano y un teléfono de prepago semejante al que utilicé en algunas ocasiones para contactar con Norman.

Al fin llego a mi destino, marcando el número de Darek al bajar del autobús que me deja en la parada del pueblo donde se está quedando mi hermano. Está lo suficientemente lejos de Barrow para que pueda pensar en alguna solución a este problema. Son las once de la mañana y apenas hay gente caminando por la calle. Solo me encuentro a señores de cincuenta años en adelante.

—¿Ya estás aquí? —pregunta Darek.

—Acabo de llegar —afirmo.

—Te espero en el piso, ¿sabes dónde está el edificio?

—Daré con él.

Anoche le comenté cómo estaba mi situación y me explicó dónde se estaba quedando. Alquiló un piso utilizando el nombre de Jack Torres para evitar dejar cualquier pista al emplear su identificación real. Mi hermano me cuelga, esperándome en ese edificio que localizo fácilmente. Es el más alto de este pueblo. El resto de los hogares son casas o edificios mucho más pequeños.

Avanzo con la maleta en la mano, bajando un poco más la gorra que cubre mi cabeza por precaución. Cuantas menos personas sepan que estoy aquí, me irá mucho mejor. Porque sé que Ewan y Michael en cuanto lean ese informe pensarán que fui yo, y al no encontrarme por ningún lado emitirán una orden de búsqueda y captura. Pondrán mi cara en las noticias y en cualquier parte de internet.

No sé cómo ha llegado a pasar esto.

Llego al edificio, llamando al piso de mi hermano. Darek me abre el portal y yo subo esas escaleras, hasta detenerme en el cuarto piso donde él reside. Llamo al timbre, contemplando un poco este lugar. Parece abandonado, como el resto del pueblo. Tenía razón en algo, aquí apenas habita gente. Y la poca gente que vive aquí, supera los cincuenta años.

—Buenos días, Dash —saluda Darek, sonriente—. No has dormido bien, ¿eh?

—No he dormido —le aclaro, adentrándome a ese piso.

Dejo la mochila en el suelo, tomando asiento en el sofá más cercano. Me echo hacia atrás, cerrando por un instante mis ojos. No he podido pegar ojo en toda la noche. Llevo despierto más de veinticuatro horas. No puedo concentrarme en nada más que en esto. Aunque ahora ya puedo respirar un poco más aliviado.

—Antes de dormirte explícame qué pasó. ¿Te la jugaron, hermanito? —cuestiona, divertido.

—No sé qué pasó, ni qué está pasando. Lo único que sé es que quiero dormir unas cuantas horas y... descansar. ¿Cuál es mi cuarto?

—Derecha —señala una puerta—. Pero antes, vas a contarme qué está pasando —dice, hundiendo su mano en mi hombro lastimado. Hago una mueca de dolor, al menos eso me mantiene un poco más despierto.

Saco el teléfono de mi bolsillo, enseñándole las fotografías sobre el informe de la "Reina de corazones". Dejo que lo lea, mientras quito las lentillas y la gorra, sintiéndome un poco más liberado.

—¿Alguna explicación? —pregunta Darek, devolviéndome el teléfono.

—Pensé que Avery podría haber hecho eso de alguna forma, pero no sé cómo explicar el ADN dentro de las víctimas. Si fuera un cabello o incluso sangre le echaría toda la culpa a Avery porque sabría que fue ella, pero...

Los crímenes de Dash [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora