Capítulo 10

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Avery Hearts

No espero recibir una buena noticia cuando Ewan me llama a las siete de la mañana. Descuelgo, atendiéndolo a pesar de mi falta de sueño. No pude dormir bien esta noche. Al menos la resaca ya me ha pasado del todo, no me duele la cabeza.

—Podéis llegar más tarde al trabajo —informa, de fondo escucho el sonido de la calle. Está cerca de la carretera, se oyen a los coches circulando al lado de él.

—¿Qué pasó? —pregunto, sentándome en la cama.

Aparto todo mi cabello hacia atrás, pegando el móvil a mi oreja.

—Encontraron dos cuerpos metidos en un contenedor.

—¿Es de...?

—No, no parece que sea obra suya. Clarence y yo nos estamos encargando de dirigir la investigación, pero se ocupará Homicidios.

—Entonces no encontrarán nunca al asesino —murmuro.

—Avery, por favor. Sé que...

—Hasta después, Ewan —le cuelgo, antes de empezar una absurda discusión.

Deposito el móvil en la mesita de noche, silenciando las llamadas y mensajes. No quiero aguantar a nadie esta mañana. Aunque tampoco podré volver a dormirme. Muevo las mantas hacia un lado, saliendo de la cama para dirigirme al cuarto de baño. Presiono el interruptor, dando la luz. Dirijo mi mirada hacia el mueble del espejo, contemplando algo sobre él.

Una carta. La del «Rey de corazones». La tomo por la esquina, girándola y encontrándome con dos letras impresas. «SH». Siento un escalofrío al saber que él ha estado aquí, en mi casa. Dudo que la carta tenga huellas suyas, ha sido tan cuidadoso que ha pegado dos letras impresas de una revista para que no podamos reconocerle por su letra.

Se está acercando demasiado y eso no me gusta nada. Quiere que sea yo la que sepa que es él el asesino, pero sin pruebas, nadie podría creerme. Quiere que se lo diga a los demás para que me tomen por loca y que mi palabra no tenga ninguna credibilidad. Por ello guardaré silencio e intentaré vigilarlo de muy cerca para conseguir lo que necesito.

Y quizás, para acelerar el proceso, tengo que acercarme a sus amigos.

El primer día ya me acerqué a uno de ellos de manera casi accidental, ahora me toca ir a por el chico del pelo violeta e intentar sacarle algo sobre Dash. Dudo que ellos, siendo tan cercanos de él, no sepan nada de lo que hace. Tengo que inventarme alguna excusa para hablar con mi vecino de abajo.

Dirijo mi mirada hacia la ducha, después al espejo, donde se encuentra esa carta. Finalmente, me preparo para darle una visita a ese chico de pelo violeta.

Bajo las escaleras hasta ponerme frente a su puerta. 2ºC. Llamo al timbre un par de veces, apoyando mi hombro en el marco de la puerta mientras veo cómo el vecino de enfrente sale de su casa con un par de niños. Ni me saluda, simplemente se va. En ese instante noto que la puerta se abre, mostrando a un chico somnoliento y que apenas se sostiene en pie.

—¿Sabes las horas que son? —pregunta, adormilado.

—Casi las ocho de la mañana —contesto, contemplando su cabello despeinado y sus ojos color avellana detenidos en los míos—. ¿Resaca?

—Sh —me silencia y enseguida recuerdo las letras de la carta—. ¿Qué quieres? Perdón por no ser amable, pero... no he tomado mi café mañanero y me duele la cabeza —admite, apoyando su cabeza en el marco de la puerta.

—Mi caldera se estropeó y ducharse con agua fría con este frío que hace, no creo que sea muy buena idea —miento—. ¿Podría tomar una ducha en tu casa? Solo será hoy, esta tarde llamaré a alguien para que lo solucione.

Los crímenes de Dash [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora