Las brujas han existido desde que la humanidad existe, siempre entre las sombras susurrando, avanzando con la humanidad y siendo condenada por esta, pero a pesar de esto se han sabido mantener y seguir adelante y eso es justo lo que pasa con el aque...
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Hay algo en mi alma que no entiendo.
-Mary Shelley, Frankenstein.
Amelie siempre había aparentado ser alguien dulce, alguien que no podía dañar a nadie y desde niña se aprovechaba de eso, sabía cómo jugar sus cartas, su madre la había instruido para ello, pues siempre le había dicho que la mejor ventaja que podría tener en la vida era la información y no solo lo que sus visiones le podía mostrar, sino la palabra misma de las personas y aparentar ser tonta e ingenua siempre la llevaba a saber cosas, pero no solo eso, sino a poder relacionarse con los demás, que decir y que no para caer en la gracia de los demás y justamente eso es lo que haría con Beatriz, al menos para lo que necesitaba.
—¿Entonces te parece en tu casa? Sobre las cuatro de la tarde—. La rubia le pregunta a Beatriz.
—Claro, me viene bien esa hora—. Beatriz anota su número en el celular de Amelie—. Mándame un mensaje y te paso mi ubicación, nos vemos más tarde—. La chica le sonríe con amabilidad a Amelie y su sonrisa se vuelve rara cuando mira a Carrington—. Nos vemos después.
—¿Por qué me sonrió de esa manera?—. Carrington pregunta con duda a su novia.
—Bueno, en apariencia, Savannah siempre luce como si pudiera destruir tu alma, pero sus vibras son más calmadas que tú... Tú te ves como si fueras a misa todos los domingos, pero tu vibra es de que te divertirías acabando con el alma de alguien.
—Bueno, si—. Dice con obviedad Carrington porque era justo lo que pasaba con su gemela—. Pero eso no explica el porqué Beatriz a ti te sonrío amablemente y a mi no.
—Porque me veo angelical—. Amelie le sonríe a su novia suavemente y da un paso para acercarse más a ella rodeando sus hombros con sus brazos—. Y esa imagen debe de mantenerse siempre, porque...
—Porque te da ventaja sobre los demás, lo sé—. Carrington rodea la cintura de su novia para dejar un beso en sus labios—. Si tan solo estos humanos insignificantes supieran que eres incluso peor que yo.
—Pero no lo sabrán—. Amelie acaricia las mejillas de su novia con lentitud viéndola con amor absoluto—. Y en caso de que un humano lo sepa, será alimento y bebida para mi cuerpo.
—Lo que digas, mi amor—. Carrington se acerca dejando un último beso a su novia para separarse, la mira con atención, siempre le había causado intriga la forma de pensar de su novia—. ¿Realmente lo harías?
—Debemos de ir a clases, no podemos faltar o el señor Clutterbuck se enfadara y no quiero a mis padres detrás de mí.
—No se porque llevamos herbolaría, no somos wiccas—. La queja es evidente en la voz de Carrington—. Deberían de enseñarnos por fin nigromancia o conjuros hacía demonios.