𝐂𝐚𝐩𝐢̄𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐞

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- Mi corazón por tí late tan rápido como el aire cuando sopla; mi amor por tí, es más grande que cualquier montaña que exista en este mundo. Omega, permíteme ser de tí, el alfa que amarás hasta tu último suspiro... Permíteme ser a quien le entregues tu amor y ser yo quien te entregue el mío.

El alfa se encontraba hincado, tomando con una mano la del omega, y con la otra, con una bella rosa, una rosa tan roja y bella, tan hermosa como el olor del omega.

Rosas.

- Yo... - El omega quedó callado luego de eso.

- Prometo ser un buen alfa, prometo cuidarte, prometo amarte, prometo acompañarte. Por favor.

Y aquél alfa intentaba con todas sus fuerzas cortejar al bello omega que tenía frente a él, regalándole una de sus hermosas sonrisas que hacían al universo brillar.

Aquél omega lo había perdido, lo había enamorado, estaba totalmente enamorado de ese omega.

Ansiaba poder ser su alfa, poderle demostrar todo su amor. Quería llenarlo de besos y abrazos día y noche, quería ser quien lo acompañara por el resto de sus vidas.

Porque lo amaba...

- No puedo aceptar tu cortejo - Dijo sin más.

Haciendo que el corazón del alfa doliera, doliera como jamás imaginó.

Estaba tan confiado.

Porque podía oler en el omega un tercer aroma.

- Sabes muy bien que estoy perdidamente enamorado del príncipe Kim, lo sabes perfectamente. No puedo aceptar tu cortejo, busca a alguien más, ¿sí? Eres un gran alfa, no tengo duda de eso, pero yo estoy enamorado de alguien más.

Y el alfa no respondió. Sólo asintió.

Quería aceptarlo, esto aunque su lobo gruñera con fuerza al escuchar la mención de su mejor amigo.

De que él fuera el dueño del corazón del omega, el dueño de sus suspiros, el dueño de él.

El dueño de su destinado.

Verdaderamente quería matarlo, quería ir y golpearlo hasta matarlo. Pero su mejor amigo no tenía la culpa de nada.

Y por más que quisiese matarlo, la fuerza de su cuerpo se había esfumado por completo. Su seguridad se había ido a la mierda y no se diga de la preparación que hizo desde semanas antes para que todo fuera tan hermoso.

Cuando pudo visualizar la silueta del omega retirarse de ahí con total apuro, fue cuando una lágrima recorrió su mejilla, llegando a su mentón para finalmente caer en el suelo.

Aquella lágrima dejando su rastro justo a un lado de un gran tronco que estaba cubierto por la nieve. Junto con él, un bello rosal plantado, aunque ya algo seco por el frío del invierno.

Y el cuerpo inmóvil de un alfa con el corazón roto.

Un alfa que se ilusionó por completo desde el primer momento en el que conoció a aquél omega de lindos ojos mientras paseaba. Cuando pudo observarlo desde esa noche bajo la luz de la Luna, quien era testigo del primer encuentro de dos destinados.

Dos seres que estaban destinados a conocerse, pero no a estar juntos.

El príncipe le tenía un gran aprecio a su mejor amigo, pero desde ese día, sólo quería arrebatarle hasta la mínima pizca de felicidad que tuviera.

Destined Universe (Taekook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora