Azur Lane: Las Aventuras De Un Bastardo Sin Gloria

X: Bottisham El Escape De La Finca

27 de marzo de 1937, Bottisham, Inglaterra, Reino Unido.

El sol, en su cenit, bañaba de oro el idílico paisaje inglés. Era mediodía, y el aire, cargado de la promesa de la primavera, acariciaba la piel con una suave brisa que agitaba las espigas de trigo aún verdes. Un verde esmeralda intenso cubría los campos, interrumpido únicamente por las manchas de color de las flores silvestres que salpicaban la pradera. En la lejanía, el mugido de las vacas y el balido de las ovejas se fundían con el trino de las aves que surcaban el cielo azul.

En medio de este bucólico cuadro, se erigía imponente la finca de Thomas Lawrence, una extensión de cien hectáreas cercada por una sólida valla de roble que marcaba los límites de un pequeño reino. Dentro, la tierra fértil había sido cultivada con esmero, dando lugar a extensos campos de trigo que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. En otras zonas, el ganado pastaba tranquilamente, aprovechando la exuberante hierba.

Sin embargo, bajo esta apariencia de serenidad, se gestaba una tensión palpable. En el corazón de la finca, donde se agrupaban los edificios principales, la actividad era febril. Un grupo de hombres, rostros endurecidos por la determinación, trabajaba sin descanso. Con picos y palas, cavaban profundas trincheras alrededor de las construcciones, creando un perímetro defensivo que las protegería de cualquier amenaza exterior.

A lo largo de las hectáreas, se tendían trampas ingeniosas, diseñadas para ralentizar o detener a cualquier intruso. Alambres de púas, hoyos camuflados y obstáculos naturales se combinaban para formar una red casi impenetrable. En puntos estratégicos, se preparaban nidos para ametralladoras, convertidos en letales nidos de avispa a punto de disparar.

La finca de Lawrence se estaba transformando en una fortaleza. Cada árbol, cada piedra, cada rincón de aquella idílica campiña inglesa, adquiría un nuevo significado, cargado de una amenaza latente. Los mafiosos de Lawrence, con la mirada fija en un horizonte incierto, se preparaban para defender su territorio a toda costa. La policía, con sus uniformes oscuros y sus rostros impasibles, se aproximaba, y con ella, la posibilidad de un enfrentamiento que teñiría de sangre el verde esmeralda de los campos.

El sol del mediodía, implacable, se reflejaba en las estrellas doradas de los botones de la impecable uniformidad de Edward Charleston, jefe de policía de Cambridgeshire. Su mirada, endurecida por años de servicio, se posaba en la imponente fachada de la finca de Thomas Lawrence, una fortaleza inexpugnable que se erigía desafiante ante la ley. A su alrededor, un mar de uniformes azules se agitaba inquieto, un ejército de hombres preparados para la batalla que se avecinaba.

Charleston conocía bien a su enemigo. Los mafiosos de Lawrence, excombatientes curtidos en mil batallas, eran expertos en el arte de la guerra. Su dominio del terreno, su arsenal y su despiadada determinación los convertían en una fuerza formidable. Cada trinchera cavada, cada trampa colocada, era una muestra de su preparación meticulosa.

Un oficial se acercó, su rostro surcado por líneas de preocupación. "Señor, nos informan que más refuerzos están en camino. Todos los efectivos disponibles del condado de Cambridgeshire se concentrarán aquí". Charleston asintió, calculando mentalmente las nuevas cifras. Seiscientas unidades bajo su mando. Una fuerza considerable, pero insuficiente para garantizar una victoria rápida y sin pérdidas.

El jefe de policía sabía que la clave estaba en minimizar las bajas. La guerra contra el crimen organizado no podía convertirse en una carnicería. La opinión pública, los políticos, todos esperaban una resolución pacífica. Pero la realidad era otra. Los mafiosos de Lawrence, conocedores de las reglas del juego, sabían que si la violencia escalaba y los civiles resultaban afectados, el gobierno británico podría optar por una tregua, permitiendo que el crimen organizado volviera a asentar sus tentáculos en la sociedad.