Sensaciones

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Yin Zong se dirigió al Mirador de los Mil Rayos, ubicado en el Palacio de Luz del clan YeLei. Este era un impresionante balcón con vista panorámica de las montañas circundantes, ideal para contemplar las tormentas eléctricas de la región.

El mirador estaba construido con finas vigas de madera traídas desde los bosques del sur. Los delicados tallados en forma de nubarrones le daban un toque oscuro, acorde con los fenómenos atmosféricos que podían apreciarse.

Al llegar allí, Yin Zong se recostó agotado sobre la balaustrada esculpida. El viento agitaba suavemente sus cabellos mientras sus ojos contemplaban el horizonte.

Tras unos minutos en solitario, Tian Wenquan apareció en el mirador llevando consigo vendas, agua y otros implementos para atender las heridas de Yin Zong.

—Déjame ayudarte con eso—dijo en tono gentil.

Yin Zong lo miró en silencio por unos segundos, aún renuente a aceptar ayuda. Pero finalmente accedió con un leve gesto.

En silencio, Tian Wenquan comenzó a limpiar con cuidado la sangre del rostro de Yin Zong y aplicar un ungüento sobre los golpes. Sus movimientos eran delicados, buscando no lastimarlo más.

—Estoy muy orgulloso de ti, Yin Zong. Diste una increíble pelea hoy —comentó Tian Wenquan mientras trabajaba.

—Gracias...— musitó Yin Zong después de una larga pausa, su mirada perdida en el horizonte.

Terminó de curarlo y ambos se quedaron contemplando las nubes de tormenta que se arremolinaban a lo lejos, con ocasionales destellos de relámpagos iluminando la oscuridad.

—Yin Zong... sé lo que sucedió hace un momento—dijo Tian Wenquan en voz baja.

Yin Zong se tensó al instante y se movió bruscamente, pero un agudo dolor en su abdomen lo hizo estremecerse.

—Tian Wenquan, detente —masculló con los dientes apretados, aún con el rastro de agonía impregnando su voz.

Rápidamente, Tian Wenquan sacó de su manga un frasquito con un líquido oscuro.

—Ten, es una poción llamada Alivio del Guerrero que preparé hace unos días pensando en que podrían necesitarla tú y tu hermano. Ayudará a sanar el dolor —explicó extendiéndosela.

Yin Zong tomó el frasco y lo observó con atención. Pero el aroma dulzón a miel era reconfortante. Finalmente bebió el contenido de un trago.

Para su asombro, el dolor en su abdomen, cabeza y cuerpo desapareció rápidamente, como por arte de magia. Se sentía revitalizado.

—Increíble... gracias —murmuró realmente impresionado por los efectos.

Tian Wenquan sonrió con afecto. —No tienes que agradecer.

—¿Quieres oír "Sanación"? —preguntó Tian Wenquan en tono suave.

—Me encantaría —respondió Yin Zong secamente, aunque en el fondo anhelaba escucharlo.

Tian Wenquan hizo aparecer su guqin envuelto en un resplandor etéreo. Sus dedos se deslizaron con gracia sobre las cuerdas, y dulces notas comenzaron a inundar el ambiente.

Era como si cada nota flotara en el aire, envolviendo a ambos en un manto de paz y serenidad. La melancólica pero reconfortante melodía se esparcía, llevándose el dolor y la amargura.

Yin Zong cerró los ojos y se permitió relajarse, dejando que la música lo transportara. No tenía energía para resistirse esta vez. Su cuerpo parecía aliviarse aún más con cada acorde.

Su párpado derecho estaba inflamado y teñido de un preocupante tono morado oscuro debido a los feroces puñetazos que había recibido. Un profundo corte atravesaba parte de su labio inferior que previamente había dejado escapar un preocupante chorro de sangre durante el combate.

El amor está en el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora