A medida que pasaron los años, la persistente personalidad sarcástica y rebelde de Yin Zong continuó atrayendo conflictos. Su padre lo consideraba una mancha en el legado familiar, una fuente de decepción. Solo su hermano Yin Haoran permanecía como su defensor, sosteniendo la esperanza de que algún día Yin Zong enderezara su rumbo y encontrara su camino como lo que alguna vez fue. Mientras tanto, la madre de Yin Zong buscaba consolarlo en secreto, tejiendo una relación cercana a espaldas del severo patriarca, brindando consuelo en los momentos oscuros.
Yin Zong se encontraba una vez más bajo la sombra del árbol, con la mirada algo distante y el ceño ligeramente fruncido. Sus dedos jugaban distraídamente con unos guijarros en el suelo.
De pronto, una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.
—Parece que las nubes de la preocupación vuelven a posarse sobre ti, Yin Zong.
Era el maestro Tian Wenquan, que se acercó y se sentó con calma junto a su estudiante. Yin Zong lo miró de reojo y esbozó una media sonrisa sarcástica.
—Simplemente disfrutaba de la tranquilidad hasta que llegaste a interrumpirla, Wenquan.
El tono de Yin Zong era un tanto insolente, pero el maestro Tian Wenquan ya estaba acostumbrado a su forma particular de ser.
—Mis disculpas, no quise perturbar tu momento de reflexión. Pero como tu DaoYin, es mi deber asegurarme de que la mente de mis estudiantes se mantenga despejada y, como tu amigo... me preocupa lo que esté rondando por tu mente. —respondió el maestro con serenidad.
Yin Zong soltó un resoplido y lanzó una pequeña piedra lejos con evidente fastidio.
—Mi mente está perfectamente despejada. Es solo que a veces uno necesita un descanso de tanta rutina agobiante. ¿Acaso eso es un crimen?
Su tono era una mezcla de sarcasmo y cansancio. El maestro Tian Wenquan se mantuvo imperturbable.
—Claro que no lo es. Incluso yo a veces necesito un respiro de las responsabilidades diarias. Aprecio mucho mi tiempo a solas.
Hizo una pausa y agregó: —Pero dime, Yin Zong. ¿Hay algo más que te moleste?
Yin Zong pareció debatirse internamente durante unos instantes. Luego soltó un suspiro cargado de frustración.
—Es que... no importa cuánto entrene, siento que sigo en el mismo lugar. Y para colmo, cada vez que cometo un error, sabes como mi padre me lo recuerda como si fuera una gran deshonra —se quejó con resentimiento.
Luego miró al maestro Tian Wenquan con una chispa de vulnerabilidad en su mirada.
—Es que... a veces siento que estoy estancado. Por más que entreno y me esfuerzo, no logro los avances que quisiera. Es... frustrante —admitió con pesar.
El maestro Tian Wenquan asintió comprensivamente. —El camino del cultivo no siempre es lineal. Habrá mesetas, retrocesos, momentos de duda. Lo importante es persistir con paciencia y no rendirse.
Yin Zong bajó la mirada, como debatiéndose internamente sobre si abrir su corazón.
—Tu eres el único que no me juzga o me presiona tanto. Los demás esperan que sea perfecto como... —se detuvo abruptamente, pero era claro a quién se refería.
El maestro Tian asintió con comprensión y le puso una mano en el hombro.
—Cada estudiante progresa a su propio ritmo. No debes medirte con la vara de otros —dijo con calma.
Ambos se mantuvieron en silencio por un momento, sin embargo, Tian Wenquan lo observaba con atención.
—¿Qué me ves? —preguntó Yin Zong algo incómodo.
—Simplemente te examinaba. Después de lo que pasó, me he preocupado por cómo te encuentras —respondió Tian Wenquan con sinceridad—. Perdona si te incomodo.
Yin Zong desvió la mirada, claramente cohibido.
—No tienes por qué preocuparte, Wenquan. Estoy bien —murmuró sin mucha convicción.
Pero Tian Wenquan no se conformó con esa respuesta evasiva. Con delicadeza tomó la muñeca de Yin Zong y revisó su pulso. El joven discípulo no opuso resistencia, confiando en la pericia de su mentor.
Tian Wenquan frunció levemente el ceño mientras analizaba el flujo de qi. Luego miró directamente a los ojos de Yin Zong.
—Tus meridianos aún muestran cierta debilidad e irregularidad en la circulación de energía. Debemos seguir fortaleciéndolos con ejercicios específicos —dictaminó con seriedad.
Yin Zong no pudo evitar una mueca de frustración. Odiaba sentirse débil o vulnerable.
—No te angusties, Yin Zong —dijo Tian Wenquan con tono alentador—. Con perseverancia y cuidado, te recuperarás plenamente. Yo me aseguraré de ello.
Posó una mano sobre el hombro de su discípulo en señal de apoyo. Yin Zong lo miró con una mezcla de gratitud y pesar.
—Agradezco tu dedicación, Wenquan. Sé que no soy el tipo de estudiante que te gustaría tener. —reconoció con una media sonrisa sarcástica.
Tian Wenquan puso una mano sobre su hombro en señal de apoyo. —No tienes que avergonzarte. Lo importante es que estés a salvo ahora. Juntos nos aseguraremos de que te recuperes plenamente.
—Wenquan, tu sentiste lo mismo cuando nos encontramos los cristales Xiexie, ¿no?
Tian Wenquan encogió sus pupilas, recordó aquellos fatídicos días, una gota de sudor perló su frente y solo cerró los ojos tratando de calmarse.
—Creo que hay cosas que es mejor ya no rememorar, después de todo. Fueron días muy oscuros en nuestras vidas, ¿no crees Yin Zong?
—Tienes razón, mis disculpas Wenquan.
Tras conversar Yin Zong y el maestro Tian Wenquan regresaban de los jardines. Aunque el ambiente se había distendido, Yin Zong no podía evitar ese dejo de ironía en sus palabras.
De repente, una suave brisa comenzó a soplar, agitando las hojas de los árboles. Yin Zong esbozó una sonrisa traviesa y, con un gesto de sus manos, manipuló el viento para alborotar el peinado de su mentor.
—Vaya, vaya, alguien se está tomando atribuciones que no le corresponden —comentó Tian Wenquan, acomodándose los mechones revueltos con fingida indignación.
—Oh, discúlpeme su ilustrísima. Solo estaba practicando para cuando lo nombraran sumo jerarca del clan —replicó Yin Zong con sarcasmo, haciendo una exagerada reverencia.
Tian Wenquan negó con la cabeza, reprimiendo una sonrisa. Sabía que podía permitirse bajar la guardia con su discípulo.
—Bueno, si eso aspiras, creo que antes debes vencerme en una batalla de habilidades —lo desafió, tronando los dedos.
De inmediato, una ilusión de exóticas mariposas multicolores apareció revoloteando en torno a Yin Zong. Él agitaba los brazos con fingido fastidio, aunque la diversión brillaba en su mirada.
—Eso es hacer trampa descaradamente, Wenquan. —se quejó Yin Zong con un exagerado suspiro.
Ambos continuaron intercambiando trucos y sarcasmos por un buen rato, disfrutando de ese momento de intimidad. Ver ese lado más relajado de su huraño discípulo siempre llenaba de alegría el corazón de su mentor.
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El amor está en el viento
Fiksi PenggemarInspirado en las novelas xianxia y danmei, y con mucho respeto por la cultura y por las valientes escritoras que existen allá afuera he decidido hacer una novela, no busco lucrarme en lo absoluto, solo desahogarme en estos personajes en los que he p...