Derrotas

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Los primeros rayos de sol se filtraban tímidamente a través de las ventanas cuando Yuan Chezhong comenzó a despertar. Sentía un leve dolor pulsante en su cabeza y un sabor amargo en la boca. Al moverse, notó las suaves sábanas rozando directamente su piel desnuda. Estaba acostado boca abajo.

Desorientado, se incorporó lentamente, llevándose una mano a la frente en un intento de mitigar el martilleo dentro de su cráneo. Parpadeó confuso al observar la elegante habitación en tonos dorados y rojos, muy distinta a la propia.

¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta aquí? Los recuerdos de la noche anterior eran una mancha borrosa en su mente.

De pronto, un suave sonido captó su atención. Era una tranquila melodía de guqin que provenía del exterior. Yuan Chezhong se puso de pie, aún aturdido, y se asomó al balcón. La fresca brisa matinal le aclaró un poco la cabeza.

Allí, sentado mirando el amanecer mientras comía distraídamente unos dulces de durazno, estaba Yin Zong. Yuan Chezhong carraspeó levemente para llamar su atención. Yin Zong volteó a verlo y por un instante sus ojos se desviaron al torso desnudo de Yuan Chezhong antes de posarse en su rostro.

—¿Qué... qué hago aquí? —preguntó Yuan Chezhong confundido—. Lo último que recuerdo es estar en la taberna contigo...

Yin Zong masticó lentamente su dulce antes de responder con calma:

—Te emborrachaste bastante anoche. Casi no podías mantenerte en pie, así que te traje aquí para que descansaras. Tuve que quitarte la ropa mojada por la lluvia e intenté ponerte algo seco, pero mi ropa te quedaba muy estrecha. Así que te dejé solo con los pantalones puestos. Luego te quedaste profundamente dormido. —explicó escuetamente.

—¿Qué? ¿Me viste desnudo? —Yuan Chezhong asustado se cubrió.

—Claro que no imbécil, solo te quité la parte superior de tu ropa, no quiero verte desnudo bajo ninguna circunstancia. —Le gritó molesto.

—Ya veo... perdón por haberte causado tantas molestias. Espero no haber hecho ninguna estupidez en mi estado —comentó Yuan Chezhong inquieto.

—No te preocupes, solo dijiste algunas algunas cosas ridiculas y luego te desplomaste —respondió Yin Zong restándole importancia mientras sacudía las migajas de sus dedos—. Deberías agradecerme, cualquiera otro te habría dejado tirado en ese lugar tan barato.

Yuan Chezhong asintió lentamente, aún confuso pero decidido a no indagar más por ahora.

—Tienes razón, te lo agradezco. Será mejor que me vaya así intento despejar mi cabeza antes de pelear contra Yin Haoran —dijo antes de retirarse, lanzando una última mirada inquisitiva a Yin Zong.

Este se limitó a asentir secamente, evitando prolongar la conversación. Cuando Yuan Chezhong se había ido, dejó escapar un leve suspiro de alivio mientras disfrutaba del sonido del guqin de Tian Wenquan a distancia.

Yin Zong se acercó bostezando al asiento de Tian Wenquan y se dejó caer pesadamente a su lado.

—Luces agotado, Yin Zong. ¿Pudiste descansar anoche? —preguntó Tian Wenquan observándolo con algo de preocupación.

—No mucho...pero estoy bien —respondió Yin Zong frotándose los ojos.

—Ya veo. De todas formas, tus heridas parecen estar sanando bien, es un alivio. —comentó Tian Wenquan complacido.

Yin Zong solo emitió un leve gruñido, claramente aún adormilado.

Tian Wenquan le dio unos suaves golpecitos en la espalda. —Vamos, debes espabilarte. Hoy tu hermano tiene un importante combate.

El amor está en el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora