Marta De La Reina se consideraba poseedora de un corazón de diamante del que nunca se enamoraría verdadera y profundamente.
Dueña de la inmobiliaria De La Reina, una de las más prestigiosas de Florida, pensaba que todo iba bien, estaba prometida co...
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Ya era pasado el mediodía cuando terminaron de llenar los formularios que tomó Fina.
Terminaron tardando demasiado porque las dudas de Marta hicieron reír a la morena y acabaron bromeando entre ellas.
Después de un tiempo, la empresaria la miró con otros ojos, encontrando increíble su competencia.
Ella había sido lo suficientemente sensible como para darse cuenta de lo cerrada que era y sugirió este método poco convencional de reunión para organizar la boda.
Marta se sintió a gusto con ella, frente a todo ese paisaje y el viento fresco.
Comieron fruta y bebieron agua de coco que Fina llevaba en su mochila. Fueron unas horas extremadamente placenteras para los dos.
– ¿Sabes algo que me encanta hacer? – dijo Marta, sentada en un banco de madera para dos personas en el mirador y con el cuerpo apoyado en sus brazos erguidos.
– Dime que lo anotaré aquí... - dijo Fina riendo.
Con eso logró que Marta volviera a mirarla.
A ella le gustó cuando sus ojos verdes se encontraron con los de ella.
– ¿Vas a escribir ahora todo lo que digo? - Se rio.
- No, puede hablar. - Levantó los brazos hacia arriba con el bolígrafo en la mano. Marta se rió.
– Me encantan los atardeceres y los amaneceres. Estoy hipnotizada. Es como si la vida se renovara para un día más. Normalmente veo el amanecer desde mi habitación, porque cuando llego a casa la luna está cansada de estar en el cielo.
– ¡Necesitas ver el atardecer desde aquí arriba! ¡Es fantastico!
– ¡Vaya, sólo de imaginarlo se me pone la piel de gallina! Debe ser realmente hermoso...
El viento soplaba entre el pelo de Marta mientras mantenía los ojos cerrados. Fina permaneció en silencio, hipnotizada, observando la escena.
Había menos gente en el lugar, pero permanecieron la pareja de mujeres y un grupo de amigos también.
Sintió unas ganas enormes de abrazar a aquella misteriosa mujer, que apenas expresaba nada a través de sus ojos.
Pero varias veces durante la mañana parecía una persona diferente, más abierta y divertida. La morena estaba sintiendo algo diferente dentro de ella al observar a la otra mujer frente a ella.
Fina negó con la cabeza.
"¿Qué estoy haciendo? ¡¡Es mi clienta y se va a casar!! No, no, no... ¡No me puedo dejar llevar!"
"¡Foco Fina por el amor de Dios!"
Luchó consigo misma en silencio.
Se sentía cada vez más atraída por Marta, pero esta atracción iba en contra de sus principios éticos y profesionales.
