PÁSION Y DESEO

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Ya estoy de vuelta

Regresé con un capítulo lleno de emociones.

Leer sola, ¿vale? 🫣

Te lo pido en serio

A partir de ahora sabrás más sobre el pasado de Fina.

Buena lectura.

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Acostadas en la enorme cama king size de la suite, los cuerpos de Marta y Fina estaban sincronizados en perfecta armonía

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Acostadas en la enorme cama king size de la suite, los cuerpos de Marta y Fina estaban sincronizados en perfecta armonía. La piel caliente de ambas hizo que sus cuerpos sudaran inertemente de intenso deseo.

Marta empezó a besar el cuerpo de Fina y el sabor que tenía su piel era algo que nunca había experimentado.

Chupó los pechos de la morena, quien arqueó su cuerpo hacia atrás, gimiendo suavemente. El sabor era increíble y no tenía ganas de parar.

Seguí chupando mientras apretaba el otro pecho al mismo tiempo. Fina gimió más fuerte ante ese placer.

Marta comenzó entonces a depositar besos en su vientre, manteniendo aún ambas manos sobre sus pechos.

Bajó ligeramente hasta llegar a la cintura y comenzó a bajar lentamente las bragas de la morena, quien solo seguía suspirando, jadeando.

Se quitó suavemente las bragas de encaje negro que llevaba Fina y las tiró a un lado. Le alisó los muslos y le pasó las manos por los tobillos, yendo y viniendo mientras besaba su cintura.

Bajó hasta los muslos de Fina, que estaban calientes, y pasó la lengua por ellos.

La morena soltó un gemido ahogado y Marta sonrió ante la tortura que le estaba causando a la otra. A ella siempre le gustaron estos juegos sexuales y los juegos previos, pero incluso eso con Fina era diferente.

Marta sintió que su cuerpo respondía a cada placer que ella le brindaba.

Con cada gemido de Fina, sintió que su sexo se humedecía en respuesta. Era algo nuevo que nunca había experimentado en su vida.

Era como si supiera exactamente qué hacer, aunque no lo hubiera hecho.

Como si supiera dónde y cómo tocar, aunque fuera su primera experiencia con una mujer.

Marta comenzó a besar los labios íntimos de Fina, que jadeaba de deseo y apretaba sus manos contra las sábanas de seda de la cama. Estaba totalmente mojada y cedió a ese deseo.

– Marta… por favor… No me hagas esto… – habló Fina con voz entrecortada y apagada.

Marta volvió a sonreír y después de torturar un rato más a la morena, sumergió su lengua en su clítoris.

Fina esta vez no contuvo su gemido.

Era ruidoso y parecía liberar ese placer que la asfixiaba. Tenía las mejillas rosadas y el cuerpo sudoroso, igual que de Marta.

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