CAPÍTULO 22

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Deposité mi bicicleta en el suelo al llegar a casa de John B. JJ pasó un brazo por encima de mis hombros y me pegó a su cuerpo para darme un beso.

—Ya estamos llegando tarde— dije cuando nos separamos— nos va ha matar.

—Seguro que no nos necesitaban para nada.

JJ dejó de andar, me cogió de las caderas y me besó otra vez, pero esa vez me metió la lengua.

Detrás de mi escuchamos unos aplausos. Me giré y vi a todos mirándonos y sonriendo.

—Qué vergüenza— susurre.

JJ me agarró de la mano y me llevó hasta ellos. Seguía muriéndome de la vergüenza.

—Espero que tengáis una buena excusa— dijo John B con los brazos cruzados.

JJ y yo nos miramos entre nosotros sin saber qué responder.

—Puede que nos hayamos despistado un poco por el camino— dije quitándole importancia.

—Ya, eso ya lo vemos— Ki me guiño un ojo sentada en la furgoneta junto a Sarah.

Le saqué el dedo corazón y ella me mandó un beso.

—Voy a por los lingotes— aviso JJ antes de darme un beso en la frente y meterse dentro de la casa d e John B.

—Nunca lo había visto tan… cariñoso— comentó John B.

—¡Oh Cállate! Tú estás igual con Sarah.

Dicho eso, me fui con las chicas. Estaban mirando un papel, parecía un mapa, estaba un poco mal hecho. Mientras miraban el mapa me echaban miraditas y se reían.

—Ya es suficiente— me quejé.

—¿Te lo has pasado bien con tu ricitos de oro?— se burló Sarah.

—No haces gracia.

Ellas seguían riéndose sin parar.

—¡Ki!— grito JJ viniendo hacia nosotras— Espero que esto funcione. No podremos enseñarlo con el símbolo de una espiga.

Tiró los lingotes al suelo de la furgoneta y después se apoyó en ella.

—Funcionará— afirmó Ki levantando un soplete entre sus manos.

Spoiler: no funcionó.

Llegamos a Pawn, donde íbamos a conseguir dinero a cambio de los lingotes, pero esos lingotes se quedaron con forma de masa amorfa.

—Te has lucido fundiendo, doctora Frankenstein— añadió JJ con ironía al bajarse de la furgoneta.

—Como que tú lo habrías hecho mucho mejor— le atacó Ki.

—Claro que sí, di clases de soldadura— se defendió él.

—¿Cuándo?— preguntó ella.

—Oye, tranquilos— dijo John B consiguiendo que dejarán de discutir.

—Para ti es fácil decirlo, no eres tú el que tiene que enseñar este truño. Y por cierto, ¿porque me ha tocado a mí?— se quejó JJ mientras  andábamos hacia la entrada.

—Por qué mientes mejor— Respondió Pope.

—Puedo ayudarte si quieres— le propuse a JJ.

—Tranquila, puedo hacerlo yo, además mentir no es lo tuyo.

Le di un golpe en el brazo como contestación.

—Buenas tardes— saludo JJ al entrar— ¿compran oro?

REFUGIO - OUTER BANKSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora