2. Primeros pasos.

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El sol comenzaba a ocultarse y, justo como el hombre había informado, la princesa Rhaenyra se acercaba al castillo.

Todos comenzaban a prepararse para recibir a la princesa de la misma manera en la que habían recibido al Rey.

Daenys se encontraba en uno de sus muchos lugares secretos del castillo, buscando encontrar un poco de calma e intentando huir de toda interacción social.

Unos pasos la hicieron ponerse alerta, la tierra húmeda y la pequeña cantidad de hojas secas que quedaban en ella la ayudaron a escuchar los pasos con claridad.

La persona se detuvo frente a su escondite, moviendo algunas ramas de su lugar.

—¿Que quieres? —preguntó Daenys con brusquedad, en respuesta escuchó la risa de su tío Daemon.

Daemon miraba con curiosidad la pequeña cueva que había construido su sobrina, aquel "lugar secreto" se encontraba en el bosque de los dioses, en una de las esquinas de los muros que lo rodeaban, ahí ella había aprovechado la cercanía de dos árboles y arbustos para hacer una especie de cueva, había acomodado ramas y viejas sábanas de camas para hacer un techo y también tenía algunas para hacer una "puerta".

—¿Quién te dijo que estaba aquí? —preguntó Daenys con más calma.

—Cregan —respondió Daemon con simpleza, debatiendo consigo mismo si debía sentarse a su lado y llenarse de tierra o era mejor quedarse de pie.

—Entonces ya sabes que no debes confiar en Cregan —se quejó Daenys.

—Bueno, creo que tu padre y Edd también saben de este pequeño escondite —dijo Daemon agachándose y echando a un lado una de las sábanas para observar a Daenys dentro.

Ella estaba sentada abrazando sus rodillas.

—Es cierto... —admitió Daenys—. Mi madre me ayudó a construirlo cuando tenía cuatro o cinco años —contó y luego rió—. Primero solo eran un montón de sábanas colocadas sobre las ramas de los árboles y aseguradas en los arbustos... Pero cuando crecí quería que las personas pensaran que era algo de los mismos árboles sin nada dentro...

—Muchas personas no vienen a esta parte del castillo —dijo Daemon un poco confundido.

—Cuando era pequeña las doncellas, sirvientas y nodrizas siempre me buscaban en todas partes —se quejó sonriendo con diversión—. Por eso acomodé varias ramas encima, también coloqué varias enredaderas y las fui acomodando para que crecieran como yo quisiera —dijo con orgullo—. Pero se secaron en otoño y ahora con el invierno solo parecen un montón de ramas acumuladas.

—También me pareció raro que de los árboles salieran sábanas —se burló Daemon.

—Cuando llegue la nieve no se van a notar.

—Cuando llegue la nieve no vas a poder entrar ahí a menos que quieras congelarte.

Daenys rió —Los lobos estamos hechos para soportar el invierno.

—A los dragones no nos gusta mucho, y tú también eres un dragón —aseguró Daemon sonriéndole, suspiró y se adentró a la pequeña cueva de Daenys imitando la posición de ella.

Daenys lo miró con una sonrisa, la única que había entrado a ese lugar había sido su madre, quien se había asegurado de hacer esa cuevita de un tamaño adecuado para ambas.

—Tu madre hacía cosas así cuando éramos unos niños —cuenta Daemon mirando el techo de ramas y enredaderas—. En King's Landing hay una rara estructura en la fosa de los dragones, claro que es muy pequeña y solo entraría un niño pequeño.

El Lobo y el Dragón - Aegon Targaryen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora