5. Propuesta.

367 34 3
                                    

Daenys suspiró de manera exagerada y dejó caer su cabeza en el hombro de Lucerys.

—Voy a morir de aburrimiento —se quejó.

—Ojalá los Dioses hagan realidad tus palabras —dijo Aegon y le sonrió de manera falsa, Daenys le sacó el dedo del medio.

La puerta del salón se abrió llamando la atención de todos los presentes, Rhaenyra, Daemon y Alicent se adentraron a la habitación.

Rhaenyra le sonrió a sus hijos con dulzura, intentando decirles que todo estaba bien con su mirada mientras que Alicent miró a sus hijos de forma desaprobatoria.

—El Rey Viserys ha dictado un castigo para ustedes por sus interminables disputas —dijo Daemon mirando a todos los presentes de manera severa—. Los príncipes se quedarán aquí en Winterfell por varios meses como pupilos de Lord Stark para que aprendan a convivir de manera pacífica —anunció.

—¿¡Que!? —dijeron Daenys y Aegon al mismo tiempo.

Jace y Luke no tardaron en levantarse para suplicarle a su madre que hablara con su abuelo, prometiendo un mejor comportamiento a futuro y culpando a Aemond de todo, Rhaenyra se mantuvo negando y tomó el rostro de sus dos hijos con sus manos.

—El Rey ha sido muy serio con su decreto —dijo Rhaenyra con calma—. Tal vez sea lo mejor.

—¿Lo mejor? —preguntó Jace—. Nos matará mientras dormimos.

—Jace, nada así puede pasar bajo el techo de Lord Stark —aseguró Rhaenyra.

Por su parte, Aegon también se acercó a su madre para disculparse y también suplicar por otro castigo.

—Tú eres el mayor —acusó Alicent tomándolo del brazo con cierta brusquedad—. Tú deberías controlar a tu hermano, evitar que estos asuntos sucedan, Aegon. Te dije mil veces que aquí debemos ser cautelosos y protegernos y no obedeciste —regañó con un tono duro, y seguramente lo habría golpeado si se hubieran encontrado solos—. El Rey tomó una decisión firmemente, no hay nada que pueda hacer.

Aemond suspiró y se mantuvo a la lejanía observando todo, al igual que Cregan que se mantuvo sentado al escuchar la noticia y miró a Daenys con burla, tanto se había quejado y no hubo ningún castigo para ella.

—A parte de eso, me gustaría hablar con mi sobrina a solas —dijo Daemon caminando hacia la nombrada.

—No, yo hablaré con ella. —Se apresuró a decir Alicent—. Debo ser yo quien le diga.

—¿Crees que voy a dejar que pongas tus garras sobre ella? —cuestionó Daemon girando para mirarla—. No, ella es mi sobrina, sangre de mi sangre, seré yo quien hable con ella.

—Daemon —llamó Rhaenyra y al tener su atención negó con suavidad—. Los niños —indicó—. Déjenme a mí hablar con ella —pidió asintiendole a Daemon y luego caminó hacia Alicent, quedando a cinco pasos de distancia—. Deja que yo hable primero con ella y luego puede hacerlo usted, majestad.

Alicent miró a Rhaenyra a los ojos por un largo rato, preguntándose que era lo mejor para ella. Sin embargo, su debilidad por Rhaenyra le ganó y terminó asintiendo.

—Vamos —indicó Alicent saliendo del salón junto a sus hijos.

Daemon caminó hacia Rhaenyra juntando su frente con la de ella por unos segundos, acarició su panza y dejó un beso en su hombro.

—Vamos —ordenó Daemon mirando a Jace y a Luke—. Tú también Cregan.

Cuando todos estuvieron fuera del salón, Rhaenyra le sonrió a Daenys y se sentó frente a ella.

El Lobo y el Dragón - Aegon Targaryen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora