Rainy day!

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Katsuki e Izuku vivían en un pequeño pueblo rodeado de colinas y ríos, alejado de las grandes ciudades. Desde la infancia siempre han estado el uno al lado del otro, compartiéndolo todo: risas, aventuras, felicidad e incluso los malos momentos. Sin embargo, había algo que los diferenciaba: Katsuki odiaba la lluvia; la detestaba.

No sabía de dónde había surgido aquellos sentimientos, solo sabía una cosa: odiaba los días lluviosos. Odiaba cómo un día soleado podía transformarse en una tormenta en cuestión de segundos.

Cada vez que el cielo se nublaba y las primeras gotas comenzaban a caer, Katsuki fruncía el ceño y corría para refugiarse, o si se encontraba en casa se colocaba sus audífonos y escuchaba música a todo volumen, solo para no tener que escuchar el agua estrellarse contra la ventana de su habitación. Por otro lado, Izuku encontraba la lluvia increíble. Para él, ver las gotas caer desde el cielo era fascinante, alegre e incluso, en algunas ocasiones, romántico; correr bajo ellas le traía paz y tranquilidad.

Izuku amaba los días lluviosos; Katsuki aborrecía los días lluviosos.

Pero todo eso cambiaría.

Un día, después de la escuela, mientras caminaban juntos de regreso a casa, el cielo comenzó a tornarse oscuro y, luego de unos instantes, las primeras gotas cayeron. Izuku miró hacia el cielo y sonrió, sintiendo las pequeñas gotas caer en su rostro. Mientras tanto, Katsuki refunfuñaba y corría en busca de refugio; corrió hacia el parque, refugiándose bajo el quiosco.

— Vamos, Kacchan, es solo agua. — dijo Izuku, con una pequeña risa.

— Izuku, sabes muy bien que odio la lluvia. —respondió, frunciendo el ceño y cruzando los brazos.

— Pero, ¡Kacchan! — regañó, comenzando a salir del quiosco para así poder disfrutar de la lluvia.

— Pero nada, Izuku. Yo me quedo aquí.

Izuku pensó por un momento y luego tuvo una idea. Corrió hacia donde estaba Katsuki, tomó su mano y corrió hacia el centro del parque.

— ¡Oye! ¿Qué estás haciendo? — gritó Katsuki, tratando de zafarse del agarre de Izuku.

— Confía en mí, solo por un momento. — le dijo, sin dejar de correr.

Llegaron al centro del parque justo cuando la lluvia empezó a intensificarse. Izuku soltó la mano de Katsuki y comenzó a girar bajo la lluvia, riendo y disfrutando cada gota que caía del cielo. Katsuki solo se limitó a observarlo, molesto, pero la alegría de Izuku era tan genuina que comenzó a olvidar aquel sentimiento.

— Vamos, Kacchan, inténtalo. No es tan malo. — dijo Izuku, extendiendo una mano hacia él.

Katsuki suspiró, sintiéndose un poco tonto, pero finalmente aceptó la mano de Izuku.

Comenzaron a correr y saltar juntos, empapándose por completo. Con el tiempo, Katsuki empezó a reír también, olvidándose del odio que sentía por la lluvia. Se encontraban tan concentrados en su juego que no se dieron cuenta de cuándo la lluvia comenzó a bajar su intensidad.

Ambos se detuvieron, jadeando y riendo. Katsuki, aún recuperando el aliento, miró a Izuku y vio algo que nunca antes había visto. Izuku tenía el cabello mojado y la sonrisa más pura que había visto hasta ese día. Lo conocía desde niño, sí, pero aquella imagen fue algo que se quedó grabada en su cabeza.

Izuku estaba iluminado por la luz del sol que se filtraba entre las nubes. Detrás de él comenzaba a visualizarse el arco iris por la pequeña brisa que aún había. Su cabello estaba más verde de lo normal, un pequeño sonrojo se notaba en sus mejillas, haciendo que sus pequeñas pecas fueran más visibles. En ese momento, Katsuki sintió en su pecho una calidez que nunca antes había experimentado; su corazón latía con tanta fuerza que podía escuchar sus propios latidos.

Sin pensarlo dos veces, dio un paso adelante y tomó la mano de Izuku.

— Izuku, hay algo que necesito decirte. —dijo, con una seriedad que tomó a Izuku por sorpresa.

— ¿Qué pasa, Kacchan? — preguntó Izuku, su sonrisa desvaneciéndose ligeramente por la preocupación.

—Te amo. — fue lo primero que salió de sus labios. Luego de unos segundos de silencio volvió a hablar — No sé en qué momento sucedió; tal vez fue en el jardín de niños, en la secundaria o incluso en este momento, no lo sé. Solo puedo asegurarte que siempre te he amado. Pero tenía tanto miedo de decírtelo. Pensé que si lo hacía, podría perderlo todo; arruinaría nuestra amistad, nos alejaríamos solo por mis estúpidos sentimientos. Pero ya no puedo seguir ocultándolo.

Izuku se quedó sin palabras por un momento, pero luego una sonrisa radiante iluminó su rostro.

— Kacchan, yo también te amo. Siempre lo he hecho, desde pequeño, solo que no sabía si tú sentías lo mismo. Pero ahora me doy cuenta de que mis sentimientos son correspondidos. — dijo, sus ojos iluminados mientras la lluvia comenzaba a caer de nuevo.

Katsuki soltó una risa aliviada. Había sentido un poco de miedo en el momento en que Izuku quedó en silencio, pero ahora aquel miedo había desaparecido. Se abalanzó y abrazó a Izuku con fuerza, sintiendo que por fin todo estaba en el lugar que debía estar. Momentos después, se separaron. Bajo la lluvia, Katsuki tomó con delicadeza el rostro de Izuku y lo besó; fue un beso gentil, genuino, lleno de amor y con la promesa de que su amor duraría para toda la vida.

La lluvia que tanto odiaba había creado el escenario perfecto para la confesión que tanto temían hacer, dándole así el valor de declararse.

Desde ese día, la lluvia dejó de ser un enemigo para Katsuki. Ahora, cada vez que caían las primeras gotas, recordaba el momento en que había encontrado el valor para expresar sus sentimientos. Y cada vez que llovía, Izuku y Katsuki disfrutaban de cada una de las tormentas. Salían a correr, aun cuando probablemente al día siguiente se encontrarían enfermos, pero eso les hacía saber que su amor era tan fuerte como la lluvia que una vez los unió.

—💌: Lyra.

No saben lo lindo que fue escribir esto mientras llovía🥺💗

One Shots y Drabbles • Bakudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora